¿Quién no se ha dejado llevar alguna vez por los sentimientos de euforia, pasión o temor? ¡Es inevitable en el ser humano! Precisamente porque las emociones son una característica inherente nuestra, la influencia que estas ejercen sobre nosotros y nuestras decisiones es notable. ¿Alguna vez te has parado a cuantificar, por ejemplo, el coste de las elecciones tomadas en momentos de pánico?
Seguro que si reflexionas un poco, llegarás a la conclusión de que las prisas nunca fueron buenas consejeras. Pues si llevamos esta al terreno de las finanzas personales, ocurre lo mismo.
“Los inversores que no se condicionaron por el ruido del mercado y mantuvieron su estrategia de inversión durante el 2016, obtuvieron unos resultados notables”
¿Cómo afecta el miedo a tus inversiones?
Aunque un año es poco tiempo para definir los resultados del ahorro a largo plazo, lo sucedido en 2016 es un buen ejemplo del coste que puede tener el miedo, del impacto que pueden tener sobre nuestro resultado final las decisiones guiadas por el pánico. Durante el año pasado presenciamos un escenario cargado de incertidumbre: los referéndums sobre el Brexit en Gran Bretaña y sobre la reforma constitucional en Italia o las elecciones presidenciales en Estados Unidos pusieron a prueba la visión a largo plazo de los inversores. Por todo lo anterior, hubo momentos en los que muchos de ellos pensaron que lo mejor era echar el freno en sus inversiones. Ciertamente, EuroStoxx 50, uno de los índices que representa la bolsa europea, obtuvo una rentabilidad en 2016 de solo un 0,70%, por lo que podría parecer, en principio, que estos inversores no perdieron una gran ocasión durante este año y más cuando llegamos a presenciar hasta una rentabilidad acumulada negativa del 18% (mínimos del mes de febrero) en la bolsa europea.
Sin embargo, aquellos inversores que no se dejaron condicionar por el ruido del mercado y mantuvieron una estrategia de inversión de aportaciones continuadas durante el 2016, obtuvieron unos resultados notables, resultado de su perseverancia y tenacidad, una actitud muy positiva que diferencia al inversor con las miradas puestas verdaderas miras en el beneficio a largo plazo de aquel otro que no logra pensar en el posible beneficio futuro porque no tiene paciencia
Calculando las pérdidas que genera el miedo: ahorrador racional vs. emocional
Ante este supuesto escenario, ¿cuánto llegaríamos a perder realmente si tomáramos decisiones de inversión guiados por el miedo? ¡Vamos a averiguarlo! Imaginemos a un inversor racional que, siguiendo una estrategia de inversión de aportaciones periódicas, también conocida como Dollar Cost Averaging (DCA), hubiese invertido 500 euros cada primero de mes en el mercado europeo (representado por el EuroStoxx 50) de manera continuada. En este caso, este ahorrador habría cerrado el ejercicio con una rentabilidad del 8,56%, es decir, hubiese obtenido 7,85 puntos porcentuales más que el mercado, y mejores resultados que otros inversores que abandonaron el barco ante lo que parecía “un año complicado”.
“Descubre cuánto llegarías a perder si tomaras decisiones de inversión guiado por el miedo”
Sobre todo la noticia de la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea fue una de las mayores sorpresas del año y produjo un desplome de las bolsas europeas con caídas del 10% en una sola sesión. Estas fortísimas caídas pudieron llevar algunos inversores a vender y abandonar el mercado para “prevenir males mayores” a mitad de año. Pero… ¿qué hubiera sucedido entonces con la rentabilidad? Imaginemos a un inversor que también hubiese iniciado el año aportando periódicamente 500 euros al mes el primero de cada mes, pero que, asustado por las caídas, hubiese vendido y abandonado el mercado el día 24 de junio, cuando se conoció el resultado del referéndum del Brexit. En este caso la rentabilidad que habría obtenido ese inversor emocional habría sido del -5,18%. Es decir, su reacción de pánico le habría generado pérdidas y un resultado muchísimo peor que el del inversor que continuó con sus aportaciones. De hecho, la diferencia de resultados entre uno y otro habría sido de 13,75 puntos porcentuales.
El largo plazo, la mejor opción frente al miedo
Como habrás comprobado, no es casualidad que el inversor racional, quien, al tener claro su objetivo a largo plazo, ignoró las noticias alarmantes, obtuviera los mejores resultados en 2016. La inversión mediante aportaciones periódicas le permitió promediar el coste de las adquisiciones y, ante un escenario de volatilidad, convirtió las caídas en una oportunidad de comprar a un precio más favorable.
Por el contrario, aquellos inversores emocionales que, asustados por el factor Brexit, decidieron dejar de invertir y, por lo tanto, vendieron y abandonaron el mercado obtuvieron una rentabilidad negativa y muy inferior a los inversores que mantuvieron la calma.
La razón por la que el resultado del ahorrador que se dejó llevar por el miedo fue peor que la estrategia de aportaciones continuas es, claramente, que no sacó ventaja de la coyuntura. Las nuevas aportaciones hubieran concedido un plus de rentabilidad en su inversión y, al finalizar el año, habría logrado no solo perder, sino conseguir resultados positivos.
Si te ha gustado este artículo quizá te interese este otro: La eficacia del Dollar Cost Averaging en los peores escenarios bursátiles.