Dejar para mañana lo que había que hacer hoy —procrastinar— impacta totalmente en la salud financiera de los hogares, pero, afortunadamente, hay estrategias para combatirla.
Procrastinar tiene una naturaleza un poco misteriosa a primera vista, porque parece irracional. Al fin y al cabo, se aplaza una tarea que se podría realizar en el momento, aunque eso nos vaya a traer unas consecuencias negativas que podríamos haber evitado.
Causas de la procrastinación
¿Qué hay detrás de la procrastinación? Las causas de la procrastinación pueden ser variadas y más o menos complejas. Entre lo más común encontramos…
- Incapacidad para priorizar: lo que nos puede llevar a posponer o retrasar tareas importantes en favor de otras menores.
- Perfeccionismo: la sensación de necesitar más tiempo para completar una tarea a la perfección.
- Miedo al fracaso: cuando se posponen tareas por miedo a equivocarse.
- Falta de motivación: la dificultad para concentrarse en tareas por falta de interés.
- Factores emocionales: como la depresión o la ansiedad que conducen a posponer tareas supuestamente estresantes.
Cómo procrastinar afecta al rendimiento laboral y personal
¿Cómo se traduce en la vida laboral y personal? La procrastinación afecta a casi todos los órdenes de la vida, desde acostarse demasiado tarde por mirar el móvil perdiendo horas de sueño claves para el descanso… hasta completar con retraso tareas del trabajo que consideramos engorrosas o presentar a última hora la declaración de la renta sin revisar o consultar las ventajas fiscales.
Afortunadamente, un grupo de investigadores polacos ha identificado, en un estudio publicado en Frontiers in Psychology, tres grandes ingredientes que pueden ayudarnos a no procrastinar:
- Contener la impulsividad, que supone priorizar la consecución de objetivos más valiosos y a más largo plazo frente a la búsqueda del placer inmediato.
- Mejorar la regulación emocional, que pasa por gestionar mejor el estrés y el comprensible temor a cometer errores y a salir de la zona de confort.
- Reforzar la motivación, que implica convencerse de que las tareas a realizar son útiles e importantes para nosotros y también para los demás.
Más recientemente, ha surgido una dimensión adicional de procrastinación, que está relacionada con las acciones y los objetivos que se van posponiendo racionalmente a pesar de que se contenga la impulsividad, se mejore la regulación emocional o se refuerce la motivación. Y esto sucede en cuestiones como las revisiones médicas periódicas o el inicio y mantenimiento de hábitos saludables en ámbitos tan distintos como la alimentación, el deporte o las finanzas personales.
Los efectos negativos de procrastinar en el ahorro
Son las típicas situaciones donde, a pesar de la firmeza de las intenciones, no somos capaces de encontrar el tiempo o la manera de hacer lo que necesitamos hacer. Por eso mismo, la planificación, la estrategia y, a veces, la ayuda profesional se vuelven fundamentales para que el continuo bombardeo de los problemas del día a día no nos lleve a confundir lo urgente con lo importante.
Los expertos han documentado que la procrastinación se esconde detrás de multitud de hábitos poco saludables financieramente como:
- El uso de tarjetas de crédito y de préstamos rápidos a elevados tipos de interés para afrontar gastos inesperados.
- Las cantidades de crédito superiores a la media en las tarjetas.
- La presentación de declaraciones fiscales a última hora que conducen, en ocasiones, a errores o a pagar más de lo necesario.
- El retraso voluntario de planes financieros como, por ejemplo, la jubilación.
Justamente, el Premio Nobel de Economía, George Akerlof, dio una fascinante conferencia hace algunos años sobre a la forma en la que se puede llegar a la jubilación sin dinero suficiente para disfrutar de esta edad de oro por culpa de la procrastinación, entre otros sesgos.
Queremos ahorrar, decía, pero vamos dilatándolo en el tiempo porque vemos el retiro laboral como algo lejano, porque vemos el ahorro como un gasto que nos impide consumir hoy (sesgo del presente), porque no sabemos cómo empezar a invertir y nos da pereza ponernos a la tarea (sesgo del statu quo) o porque creemos que tenemos tiempo para ahorrar para entonces (sesgo del optimismo). Y lo que es peor, matizaba, cuando hablamos del largo plazo, es muy fácil caer sistemáticamente en la postergación.
Estrategias para combatir la procrastinación
Frente a la procrastinación financiera, hace falta exprimir todas las herramientas que mencionábamos antes. Es decir:
- Planificación y priorización para tratar de alcanzar objetivos más valiosos y a más largo plazo frente a las mil seducciones del placer inmediato.
- Gestionar mejor el estrés y el comprensible temor a cometer errores y a salir de la zona de confort.
- La importancia de la toma de decisiones financieras, por muy pequeñas que parezcan hoy, pueden ser muy útiles e importantes en el futuro.
- Aplicación de estrategias para automatizar el ahorro con aportaciones periódicas que reduzcan la implicación emotiva del inversor.
El rol de la asesoría financiera en la lucha contra la procrastinación
Además, teniendo en cuenta que se necesita una sólida cultura financiera para comprender indicadores, soluciones financieras y seguir la evolución de los mercados, lo ideal sería contar con la ayuda profesional de un asesor financiero de absoluta confianza para diseñar una buena planificación y estrategia a medio y largo plazo para cumplir los objetivos que nos marquemos.
La procrastinación es un rival poderoso, pero no es invencible. Y los beneficios de mantenerla a raya para la salud en general y la salud financiera en particular son inmensos. ¡A por ella!