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El valor del dinero se calcula teniendo en cuenta dos aspectos: el tipo de cambio, que es el precio, y los tipos de interés, que es la rentabilidad que te dan por prestarlo y la que te cobran por pedirlo prestado.

Seguro que recuerdas la guerra del pasivo, cuando las entidades financieras se lanzaron entre 2010 y 2013 a ofrecernos más intereses que nunca por nuestros depósitos. Lo que nos estaban ofreciendo era más rentabilidad por el dinero que íbamos a prestarles hasta una fecha de vencimiento (de días, semanas, meses e incluso años). 

“El valor del dinero se calcula teniendo en cuenta dos aspectos: el tipo de cambio y los tipos de interés”

La rentabilidad del dinero se mide sobre todo con los tipos de interés, y los tipos de interés oficiales son la rentabilidad que obtienen y fijan como referencia los bancos centrales (el BCE, la Reserva Federal, etcétera) cuando prestan sus recursos a las entidades financieras. El Euríbor es el tipo de interés que se cobran los bancos entre sí por prestarse dinero: por eso, cuando pedimos un crédito, nos cobran el Euríbor más un porcentaje, que es el margen que gana el banco.

El crédito barato (los tipos de interés bajos) estimula la subida de los precios (a todos nos apetece más endeudarnos para consumir e invertir), los salarios y, por eso mismo, también la actividad de muchos sectores productivos. Del mismo modo, unos tipos más elevados contienen la inflación, porque desincentivan el endeudamiento, el consumo y la inversión.

Curiosamente, una de las claves de la recuperación que ya ha comenzado es volver en parte a los tiempos en los que hipotecarnos era más asequible. El motivo es doble: ninguna economía crece con fuerza si las empresas y los hogares saneados no pueden pedir prestado al banco, o si no se les dan facilidades a quienes están más agobiados con las deudas. El Euríbor a 12 meses, que es el tipo de referencia que se utiliza en la mayoría de los créditos, pasó de superar el 5% en 2007 a descender por debajo del 0,2% este año, una cifra que no se había visto en sus 15 años de historia. Endeudarse y pagar una deuda en euros nunca fue tan barato como lo es ahora.

 

¿Pero cuál es realmente el precio de mi dinero?

Si la rentabilidad del dinero son sobre todo los tipos de interés, el precio es el tipo de cambio. Ese precio ya lo has vivido en primera persona siempre que has viajado, por ejemplo, a Londres: eran las libras que te daban por cada uno de tus euros en la sucursal bancaria de toda la vida. 

“Si la rentabilidad del dinero son sobre todo los tipos de interés, el precio es el tipo de cambio”

Antes, el tipo de cambio podían modificarlo directamente los Estados. En nuestro país, durante la crisis de principios de los 90, el Banco de España devaluó la moneda hasta tres veces en nueve meses. La intención era hacer más competitivas las exportaciones (que costarían menos que las de otros países), animar el turismo (a los viajeros franceses, alemanes e ingleses que nos visitasen les darían muchas más pesetas por sus francos, marcos y libras), penalizar el ahorro (el dinero, de la noche a la mañana, valía menos) e incentivar así la inversión y el consumo.

Ahora, los tipos de cambio de las divisas de los países desarrollados los decide sobre todo el mercado, que consiste esencialmente en entes públicos y grandes inversores privados internacionales. Aquí se impone, básicamente, una ley de oferta y demanda: existen compradores y vendedores que intercambian monedas en tiempo real, de modo que si hay más oferta de euros que demanda, esta moneda probablemente bajará; y si hay más demanda que oferta, seguramente subirá.

En momentos de grandes oscilaciones se pueden ganar (o ahorrar) auténticas fortunas con estrategias como esa.

Justamente, los grandes gestores de fondos han ganado miles de millones apostando desde 2008 a que el euro caería, y lo han hecho, de un modo parecido al de nuestros amigos, sobre todo comprando dólares y vendiendo euros. En 2015, la divisa comunitaria llegó a mínimos de los últimos 12 años. Los responsables de semejante desplome han sido la crisis mundial, de la que se recuperó más rápidamente Estados Unidos; la crisis de deuda de países como Irlanda, Grecia, España o Portugal, y las políticas del Banco Central Europeo y la Reserva Federal.

Como todos los expertos y aficionados a la Bolsa saben que el euro no va a mantenerse tan increíblemente bajo para siempre, la gran pregunta de los gestores de fondos y de nuestros amigos avispados es: ¿hasta cuándo subirá el dólar?

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