Probablemente, uno de los errores más comunes del inversor poco experimentado es dar una gran importancia a las opiniones de uno o varios gurús financieros, a la vez que abandona su planificación periódica de ahorro a largo plazo. ¿Por qué? Pues porque piensa que es el camino más rápido. Intentar obtener una mejor rentabilidad con las oscilaciones del mercado pronosticadas por estos “sabios” o “influencers” de los mercados es, a todas luces, un riesgo que nos puede traer una gran sensación de fracaso al estar jugándonosla por solo una corazonada.
¿Quieres ver crecer de verdad tus ahorros? ¡Diseña tu plan de ahorro partiendo de estos consejos! Eso sí, siempre con un profesional al lado.
Los gurús no son infalibles
Jim Rogers, presidente de Rogers Holding y cofundador del Quantum Fund, con más de 54 años de experiencia en el mundo de las inversiones, es uno de los grandes inversores en el mundo, que hizo su fortuna durante la crisis de los años setenta. ¿Cómo? Invirtiendo en materias primas y metales preciosos. Su leyenda nació cuando, bajo su gestión, su cartera llegó a conseguir una rentabilidad del 4.200%, mientras que el S&P500 lograba una rentabilidad del 47%.
Por esa razón, muchos perciben a Rogers como un gurú. Sin embargo, los inversores que han seguido sus avisos catastrofistas iniciados en el año 2011 han sufrido un elevado coste de oportunidad, es decir, el que supone no realizar la inversión frente a las diferentes alternativas a su alcance.
Analicemos algunos avisos que ha realizado en estos años:
- Noviembre de 2011: “El mundo se enfrentará a otra crisis financiera definitiva debido a los problemas en Europa”.
¿Acertó en su pronóstico? No. El mundo no se enfrentó a una nueva crisis financiera por los problemas de la deuda soberana europea. De hecho, quedaron focalizados en el Viejo Continente. Prueba de ello es que el diferencial entre la bolsa estadounidense y la europea se amplió en esos años, algo que refleja la fortaleza de Estados Unidos.
- Año 2012: “La Sra. Merkel tiene unas elecciones el próximo año y Obama en noviembre. Los estadounidenses y los alemanes quieren hacer todo lo posible para mantener el mundo estable hasta después de las próximas elecciones. Todo irá mal después de las elecciones”.
Rogers se refería a las elecciones estadounidenses en las que Obama que fue reelegido en 2012 y los comicios alemanes en 2013 en las que Merkel también se mantuvo en el poder. Al finalizar el año 2013, el S&P500 ofreció una rentabilidad del 29,60%, más del triple de la rentabilidad media nominal del índice. ¡Imagínate cuánto habrían perdido ese año los inversores de haber seguido su consejo!
- Año 2014: “Véndelo todo y corre para salvar la vida”.
En el año 2015, el S&P500 cerró con una rentabilidad negativa del 0,73%, por lo que no podemos hablar ni de desplome bursátil ni tan siquiera de una corrección normal, que tiende a situarse entre el 5 y el 10 por ciento. Es más, si tenemos en cuenta los dividendos, la rentabilidad del índice estadounidense fue positiva, en concreto, de un 1,19%.
- Año 2016: “Un colapso ‘bíblico’ de 68 billones de dólares está listo para aniquilar a millones de estadounidenses”.
Un colapso que, a pesar de “estar listo”, al parecer se está retrasando bastante. En el año 2016, la rentabilidad del S&P500 fue del 9,84%. En 2017 subió hasta el 18,74% y en lo que va de 2018 se sitúa en un 4,66%.
El coste de seguir a un gurú
Atendiendo a estos datos que te acabamos de presentar, saquemos conclusiones. ¿Cuál habría sido el coste de oportunidad máximo soportado por los inversores que hubieran seguido a Rogers? El inversor que se hubiera apartado del mercado tras escuchar la visión catastrofista de Rogers en noviembre de 2011 habría perdido hasta 1.154 puntos adicionales en la revalorización del índice, lo que supone una rentabilidad del 125%. En definitiva, ¡una gran oportunidad perdida!
Obviamente, algún año, Jim Rogers, por simple estadística, acertará. Recordemos que, los mercados bajistas aparecen tarde o temprano y ofrecen. Sin embargo, las subidas de los índices en el largo plazo compensan los descensos, lo que significa que finalmente aportan valor al inversor. Por todo ello, el verdadero inversor a largo plazo no pierde el tiempo en seguir las opiniones de los diferentes gurús financieros y continúa cumpliendo su plan de ahorro para alcanzar sus objetivos de inversión.
El verdadero inversor sabe que no necesita un gurú, necesita a un profesional de las finanzas que le acompañe para, juntos, decidir las mejores soluciones a sus circunstancias presentes y futuras.
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