Eres de los que… ¿siempre encuentra una excusa para no ahorrar?; ¿prefieres asegurarte una ganancia baja, aun teniendo la posibilidad de obtener muchos más beneficios?; ¿contratas un seguro sabiendo que no lo vas a usar?; ¿acabas picando en el súper y te llevas un montón de supuestas ofertas de productos que no pensabas comprar? Tranquilo/a. No pienses que eres un dejado con poca ambición, un derrochador y consumidor nato. Este comportamiento nos afecta a todos y tiene explicación, además de solución.

Vayamos al principio. Este modo de actuar lo estudia la Economía Conductual, una disciplina que defiende que, ante decisiones sobre el dinero, la felicidad e, incluso, la salud, las personas somos seres limitados a la hora de razonar y nos dejamos influenciar por nuestras emociones, los prejuicios, los influencers de turno. No tenemos autocontrol. Nuestra mente no piensa, actúa rápido y por instinto, buscando atajos para tomar el camino más fácil. El clásico “¡piensas con el corazón y no con la cabeza!” pero aplicado a cuestiones del bolsillo, donde, además, los humanos tropezamos siempre con la misma piedra.

¡Aléjate de los sesgos o trampas mentales!

Esta forma de pensar rápido hace que caigamos en las trampas de nuestra mente, los llamados sesgos, que nos traicionan y nos llevan a malinterpretar la información, haciendo que tomemos decisiones no meditadas y con muchas papeletas de ser equivocadas. “Una ley general del mínimo esfuerzo rige en la actividad tanto cognitiva como física. La ley establece que, si hay varias formas de lograr el mismo objetivo, el individuo gravitará finalmente hacia la pauta de acción menos exigente”, señala el precursor de las también llamadas Finanzas Conductuales y premio Nobel de Economía en 2002 Daniel Kahneman (Tel Aviv, Israel, 1934), autor de Pensar rápido, pensar despacio, donde teoriza sobre el impacto de las heurísticas (atajos mentales) y los sesgos a hora de elegir. Kahneman explica que tenemos dos sistemas de pensar. El primero (sistema 1) directamente no piensa, es inconsciente y, cuando duda, tira del segundo (sistema 2), que es reflexivo, pero a veces es perezoso y falla, nuevamente, por culpa de esas trampas mentales.

La teoría del pequeño empujón

Para neutralizar esas trampas o sesgos, se necesitan mensajes positivos que el padre de la Economía Conductual, y también premio Nobel en 2017, Richard. H. Thaler (Nueva Jersey, EE. UU., 1945) llamó teoría del pequeño empujón (nudge, en inglés). Recogida en una obra titulada con ese mismo nombre, Thaler dice que las personas necesitamos un estímulo para tomar decisiones que mejoren nuestras vidas. De este modo, ante los atajos o trampas, “si para una elección determinada hay una opción por defecto, la cual prevalecerá si quien decide no hace nada por cambiarla, cabe esperar que gran número de personas acaben por mantenerla, tanto si es buena para ellas como si no”, afirma.

 Trasladando la teoría a la vida real, ¿cómo hacer que cumplamos con nuestras obligaciones fiscales? ¿Amenazando por carta? ¿Sancionando? En EE. UU. se ha demostrado que los contribuyentes son más diligentes cuando se les informa de que la mayoría de los ciudadanos ha presentado ya su declaración de la renta. Otro ejemplo: ¿cómo conseguir que consumamos menos energía? Avisando al cliente de que su gasto está por encima de la media. Si estos nudges los aplicamos a cuestiones del ahorro, ¿cómo lograr que se invierta para la jubilación? Adhiriendo todo asalariado a un plan de empleo (planes de pensiones proporcionados por la empresa), de tal manera que un porcentaje ya prefijado de la nómina se destine a este producto financiero. Sirva de botón de muestra el Reino Unido, donde toda compañía está obligada a ofrecer este vehículo de inversión (algo que no ocurre en nuestro país) a sus trabajadores. El resultado es que la tasa de ahorro en planes de pensiones está por encima del 55% frente al 16% de España, según datos de Eurostat.

La cuestión no es baladí, y políticos como Barack Obama o David Cameron llamaron durante sus gobiernos a las puertas de la Economía Conductual para poner en práctica estas medidas financieras. Es lo que Thaler llama paternalismo libertario. No se trata de obligar. Todo lo contrario, la idea es dejar libertad a cada uno, pero facilitándole el camino. Solo así, el éxito del nudge está garantizado.

Estímulos para mejorar nuestras finanzas

En cualquier caso, y ante escenarios complejos que abordan cuestiones que a veces desconocemos, como es elegir un fondo de inversión, el acompañamiento de asesores financieros profesionales, como los Family Bankers de Banco Mediolanum, sirve de guía para invertir el ahorro con cabeza y no dejándose llevar por la suerte del vecino o del cuñado. Ese asesoramiento, a veces sutil, en forma de mensajes positivos, decisiones automáticas u opciones por defecto, es lo que neutraliza los sesgos.

Como ves, no eres diferente a los demás, pero si careces de educación financiera, en cuestiones del dinero errarás una y otra vez, por lo que un pequeño empujón no te vendrá mal para ayudarte a tomar decisiones financieras para el futuro.

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