En muchas ocasiones, y sobre todo a la hora de afrontar situaciones difíciles, nos protegemos psicológicamente evitando mirar las cosas con la determinación que impone la realidad. Estos mecanismos mentales sirven para protegernos de la ansiedad y para crear una especie de muro que, a la par de disminuir la conciencia de lo que nos está pasando, bloquea nuestra mente y nuestra memoria para camuflar lo que realmente está pasando con el fin de amortiguar el daño. Es lo que el psicólogo Daniel Goleman describe como “el punto ciego” (que también es el título de uno de sus libros más afamados), unos mecanismos que suponen una especie de autoengaño que bloquea nuestra atención. Según el experto, este factor “es el más escurridizo de los hechos mentales y resulta imposible, en este sentido, darnos cuenta de lo que no nos damos cuenta”.
Estos mecanismos se activan en las más diversas situaciones: pérdidas, dificultades y, cómo no, ante problemas de carácter financiero. En todos estos casos, asegura Goleman, se origina uno de estos puntos ciegos, zonas en la que bloqueamos nuestra atención y tendemos a engañarnos a nosotros mismos, lo que provoca cambios en nuestra conducta individual y social. Un ejemplo claro es esa forma primaria de autoengaño que se relaciona con la capacidad de ignorar el dolor ante situaciones de emergencia vital propia o de gente cercana a nosotros. En estas situaciones, el dolor nos distrae de nuestra necesidad de supervivencia o lucha y lo ignoramos a través de la generación de endorfinas. El punto ciego también se puede originar en situaciones de estrés financiero. Pongamos un ejemplo: una persona no puede hacer frente al pago de la hipoteca. Ante este problema caben dos opciones. La más perjudicial tiene que ver con el autoengaño, y con tratar de enfrentar el dolor y la ansiedad a través de una huida hacia adelante que sólo supone eludir la realidad y evita tomar las decisiones para cambiarla. En el otro extremo de la balanza está superar este dolor psíquico y tomar las riendas de su situación. ¿Cómo? Acudiendo a la entidad bancaria y comentando los problemas que se han presentado para pagar la cuota de la hipoteca y buscando en conjunto una solución. Para esto se pueden presentar diferentes opciones como por ejemplo ampliar el plazo para reducir la cuota, solicitar una carencia de capital, es decir, pagar durante un período de tiempo solo los intereses, o que se aplique la cláusula de suelo. Podéis ver en este vídeo una explicación de las diferentes opciones que se pueden plantear.
“Punto ciego: zona en la que bloqueamos nuestra atención y nos engañamos a nosotros mismos”
En asuntos tan sensibles como las finanzas, la incertidumbre también ayuda a activar estos mecanismos de defensa. Está claro que si queremos invertir en Bolsa, de forma directa o mediante fondos de inversión, hay que evitar estar continuamente en alerta ante posibles pérdidas a corto plazo. De hecho, para evitar esta preocupación constante hay mecanismos automáticos como los stop-loss, que marcan un límite a las pérdidas que estamos dispuestos a asumir. Irse al extremo contrario, esto es, obviar el riesgo de pérdidas y no revisar nuestra estrategia, nos acabará generando problemas económicos.
Este tipo de velos mentales son habituales en muchos ahorradores a la hora de plantearse el ahorro a largo plazo para su jubilación a través de fondos de pensiones o de inversión. Pensar en la vejez no nos gusta. Y en muchas ocasiones, obviando esta realidad, ignoramos la necesidad de generar una renta que compense la reducción drástica de ingresos que tendremos al dejar de trabajar. Un autoengaño similar es el que se produce a la hora de planificar las finanzas de los nuestros pensando en el momento en el que ya no estaremos. Y es que la realidad es que son pocas las personas que planifican adecuadamente ese momento. Estamos ante un nuevo autoengaño: esta vez vinculado al miedo a la muerte, algo que hay que ver como un suceso natural y, a la par, como un momento que influye en la economía de las familias. Así, hay que hacer testamento, tener contratado un seguro de vida u otro tipo de producto de ahorro que cubra esta función, tener las deudas al día o cubiertas con otras inversiones. El objetivo de esta planificación es que nuestra pérdida no cause una catástrofe material a las personas que nos quieren.
“En asuntos tan sensibles como las finanzas, la incertidumbre ayuda a activar los mecanismos de defensa”
Pero ¿cómo iluminamos esas zonas oscuras de nuestra mente? La mejor opción es la mediación de un experto. Contar con la opinión y el consejo de un verdadero asesor es de mucha utilidad. Una persona experta en finanzas que no esté condicionada es una gran herramienta para tomar decisiones financieras útiles sobre aspectos que no queremos o sabemos analizar. A través de los conocimientos y experiencia de un asesor financiero, el ahorrador podrá derribar esos puntos ciegos para mirar, de manera clara y coherente, esas cosas que nuestra mente o nuestros prejuicios nos ocultan. La famosa frase de Sócrates que ha llegado a nuestros días como “sólo sé que no sé nada” no significa en realidad que el sabio sea un absoluto ignorante, sino que quiere destacar que no se puede saber nada con absoluta certeza, incluso en los casos en los que uno cree estar seguro de ello. En otras palabras, es mucho más sano vivir con dudas razonables que con falsas certezas. Y eso sirve tanto para las finanzas como para cualquier otra esfera de la vida.
Pau A. Monserrat, director editorial de iAhorro