De ahorrar en depósitos a invertir en fondos

La baja rentabilidad de los depósitos bancarios actuales incita al ahorrador conservador a buscar alternativas que ofrezcan rentabilidades potenciales superiores a cambio de asumir más riesgos.

El tránsito de los depósitos bancarios sin apenas riesgo (al menos los que no superan los 100.000 euros) a los más complejos y arriesgados fondos de inversión tiene sus ventajas, pero también sus riesgos. En cierta forma, supone pasar de hacer excursiones por el campo a escalar montañas. Se puede llegar mucho más alto, pero las caídas pueden ser duras.

¿Cómo afrontar la escalada?

Usando el símil de los excursionistas (ahorradores en depósitos) y los escaladores (inversores en fondos), la primera gran decisión que debemos tomar es si queremos seguir andando o estamos decididos a escalar. Debe ser el cliente y no el banco el que tome la decisión de contratar un fondo de inversión. El profesional bancario puede explicarle las opciones que tiene, pero debe ser el cliente el que decida emprender el camino de subidas y bajadas que le puede deparar su elección. Si se compran participaciones en un fondo, que sea porque se considera que puede ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos, no “para ver qué pasa”.

“El ahorrador, antes de invertir en fondos, tiene que formarse y también apoyarse en un profesional”

Al igual que el escalador se ha de preparar a conciencia antes de iniciar su viaje, el ahorrador, antes de invertir en fondos, ha de formarse y también apoyarse en un profesional. Una formación general, para entender las ventajas de los fondos de inversión y sus riesgos, y una específica, sobre el tipo de fondo en el que desea invertir y sobre el fondo particular en que confiará parte de su dinero (siempre, siempre, hay que diversificar los ahorros). Hay multitud de opciones, desde los fondos monetarios, que suponen una escalada poco arriesgada pero de una cima baja, a los fondos de inversión de renta variable de países emergentes, cuyo riesgo y dificultad van a la par de la altura a la que se puede llegar. No hay un fondo mejor para todos los clientes, sino diferentes fondos o combinaciones que se adaptan a las necesidades específicas del cliente, de su familia y del momento económico que vive. Por ello, buscar la ayuda de un asesor personal, de un entrenador experto, es vital para llegar sano y salvo a las alturas de la rentabilidad o, al menos, para no hacernos demasiado daño al caer.

“No hay un fondo mejor para todos los clientes, sino diferentes fondos que se adaptan a las necesidades específicas del cliente”

Si ya nos hemos preparado, contamos con un buen entrenador y acompañante de la expedición financiera, llega el momento de iniciar el camino. Invertir en fondos supone no solo saber elegir los que mejor se adaptan a nuestras necesidades, sino hacer un seguimiento periódico, tanto del fondo como de nuestras propias necesidades, que evolucionan. Al igual que el expedicionario, el inversor ha de saber cuándo llega el momento de cambiar de camino o, a veces, de abandonar la subida y volver al seguro campo base.

Los fondos permiten “volver al campo base” sin necesidad de tributar por ello, ya que podemos cambiar de un fondo a otro sin tener que vender las participaciones y pagar impuestos.

¿Empezamos a escalar o seguimos caminando? Ambas opciones son sanas y entretenidas, pero no llevan al mismo destino.

Pau A. Monserrat, director editorial de iAhorro

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