Seguro que todos los meses te repites eso de: “¡El próximo mes me pongo a ahorrar!”. Pero van pasando los días y no lo consigues: es el cumpleaños de alguien, te vas de escapada, el seguro del coche… Llegados a este punto, piensa que lo importante no es tanto tu capacidad de ahorro, sino la voluntad de ahorrar y la constancia. Si tienes ambas aptitudes, entonces te será más fácil de lo que piensas. ¿No lo crees? ¡Granito a granito se forma una montaña!
Hoy te explicamos un método para que consigas ahorrar de forma periódica sin exigirte grandes sacrificios. Tan solo debes cambiar el chip...
¿Cómo se convierte el ahorro en un hábito?
Antes de nada, ponte metas. ¿Para qué quieres ahorrar? ¿Para los estudios de tus hijos? ¿Para tus bodas de plata? ¿Para la jubilación? Sea cual sea tu sueño, puedes alcanzarlo si logras un hábito de ahorro en tu día a día. ¿Cómo? Haz que tu ahorro sea un gasto más de tu cuenta corriente, como la luz, el teléfono o las extraescolares de los hijos. Eso es, ¡el recibo del ahorro!
Una aportación regular de forma automática. Piénsalo: este es el único recibo que no es un gasto, sino una inversión. El truco está en contabilizar este “gasto” fijo justo después de cobrar la nómina. No puedes dejarlo para final de mes, esperando a ver lo que te sobra… Con esa mentalidad, lo más probable es que casi siempre encuentres excusas para utilizar el remanente en un gasto prescindible. Al igual que cualquier recibo ordinario que se cobra de forma automática a principios de mes, programa una transferencia periódica a tu particular “hucha financiera”, donde no pierda valor.
Pon tus ahorros a trabajar
Además de ahorrar, la idea es conseguir que lo ahorrado vaya creciendo. Piensa que, a priori, no vas a necesitar ese montante en el corto plazo (al menos, esa es la idea del concepto del ahorro), por lo que mientras lo tengas apartado, ponlo a trabajar.
No vamos a entrar en detalle sobre qué producto financiero es mejor, pero sí queremos transmitirte que con una visión a largo plazo es más fácil hacer crecer tu ahorro. ¡A la larga se gana!
Una vez hechos “los deberes”, lo recomendable es contar con el apoyo de un asesor financiero que te ayude a planificar el ahorro. Junto con él, podrás diseñar un plan que te permita definir el objetivo por el cual tu ahorro se convertirá en un recibo al mes.
Recuerda: lo importante no es tanto la cantidad que logres ahorrar mensualmente… ¡sino que verdaderamente quieras hacerlo y seas constante! ¿A que así es más fácil y real plantearse ahorrar?
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