Seguramente uno de los objetivos habituales de muchas personas es comprarse una vivienda. Y muchas veces oímos eso de… ¡Si va bien, la semana que viene firmo las arras de un piso!

¡Felicidades!, dices. 

Por cierto, ¿ya sabes qué cuota de hipoteca te va a quedar? ¿Podrás asumirla? ¿Te llegará para seguir ahorrando?

Silencio. 

En más de una ocasión llegamos a ciegas a un momento culminante de nuestro ciclo financiero: la compra de una vivienda. Y, seguramente, hay más de un error que podríamos evitar con la información previa adecuada.

  1. La ilusión está bien, pero ¿tienes un colchón financiero?

Debes tener en cuenta que los bancos en general conceden el 80% del precio de la vivienda o del valor de tasación, el menor de los dos. 

Así que hay que contar con el 20% restante del precio de la vivienda, además de tener en cuenta los gastos y los impuestos correspondientes, que suelen representar entre un 10% y un 15% adicional.

2. ¿Has revisado la nota registral de la vivienda? ¡Evita sorpresas!

Si hay un piso o casa que nos convence, no está de más consultar información importante: una descripción del inmueble, qué cargas tiene pendientes (embargos, hipotecas, etc.), quiénes son los propietarios…

Más de uno se ha encontrado con un piso que, en realidad, estaba registrado con un uso comercial y no disponía de licencia de ocupación. Circunstancias como esta hacen que el valor de la vivienda sea inferior al que se va a pagar o que, además, el banco pueda denegarnos la hipoteca.

“El total de las cargas financieras no deberían ser más del 30 o 35% de los ingresos del núcleo familiar”

Con estos dos consejos, puedes empezar a plantearte lo siguiente: ¿Qué puedo comprarme y a qué precio? ¿Puedo pagar la hipoteca sin renunciar a los objetivos que me había planteado?

Ten en cuenta también lo siguiente: 

  1. ¿Conoces tu nivel de endeudamiento?

Se calcula que el total de las cargas financieras no deberían ser más del 30 o 35% de los ingresos del núcleo familiar. Por lo tanto, si además tenemos alguna deuda, como el préstamo del coche, al que ya le dedicamos un porcentaje de nuestros ingresos, pongamos un 10%, el tanto por ciento que represente la cuota de la hipoteca deberá ser todavía inferior. 

  1. ¿Puedes compatibilizar hipoteca y nivel de gasto familiar?

Sin duda, conocer los gastos fijos para saber qué hipoteca podemos afrontar es clave. Es decir, cuánto gastamos en la cesta de la compra, en suministros, educación y cuidado de los hijos, si tenemos mayores a cargo, etc. A ello debemos sumar los imprevistos que pueden aparecer. Por ejemplo, una derrama en tu comunidad de vecinos, una avería en un electrodoméstico, etc.

Está claro que debemos adecuar la cuota del préstamo al estilo de vida que llevamos para tener siempre cubiertas las necesidades básicas.

  1. ¿Podrás seguir aspirando a tus objetivos? 

He decidido comprar una vivienda. Muy bien. ¿Podré seguir ahorrando para cumplir las metas que me había marcado a medio y largo plazo?

Sería conveniente que el paso que queremos dar sea compatible con objetivos importantes que habíamos planeado como puedan ser el coste de los estudios de los hijos, la jubilación, un viaje o el cambio del coche, por ejemplo. 

  1. ¿Te has planteado qué pasaría si varían los tipos de interés?

¿Qué pasaría si en un futuro hay un cambio en los tipos de interés? ¿Puedo afrontar un incremento en la cuota de la hipoteca? Eso sería lo más recomendable: una planificación financiera que contemple que vamos a poder afrontar el préstamo sin problemas en caso de que las circunstancias cambien.

  1. ¿Te has planteado de qué depende el tipo de interés que acabará teniendo la hipoteca?

Elegir una hipoteca comporta otras variables, además de la cuota mensual o del diferencial que tenemos que asumir. Por ejemplo, tener en cuenta y tratar de evitar hipotecas que requieran cumplir con muchos requisitos diferentes para poder acceder a las bonificaciones de tipo de interés que nos permitan reducir nuestra cuota. Requisitos como la contratación de seguros, la domiciliación de ingresos, las aportaciones a productos de ahorro o inversión, la realización de determinada operativa bancaria, etc.

“Sería conveniente que la hipoteca sea compatible con objetivos importantes como los estudios de los hijos o la jubilación”

En definitiva, estas son algunas de las preguntas previas que hay que hacerse. En cualquier caso, siempre es recomendable un estudio hipotecario que analice nuestras posibilidades y la viabilidad económica de un paso tan importante. 

Una vez realizado —mucho mejor si es junto a un profesional—, sabremos qué vivienda y qué precio se adapta a nuestra capacidad. Posteriormente vendrá el contrato de arras y la solicitud de la hipoteca. 

Un análisis de la situación y la máxima información nos permitirá tomar hoy una mejor decisión, algo que seguro que nuestro futuro nos agradecerá.

 

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