Diferencia entre recesión y depresión | Banco Mediolanum

En tiempos de turbulencias económicas como las que vivimos, las palabras condicionan la forma en la que percibimos la realidad y nuestras decisiones de ahorro e inversión. Por eso es importante revisar y saber distinguir correctamente conceptos que resuenan en los últimos tiempos como recesión, depresión o enfriamiento.

La eclosión del Covid-19 ha llegado tras dejar un año como 2019 en el que ya había  visto titulares muy llamativos: “El frenazo se adueña del desempleo: 2019 crea 180.000 empleos menos que 2018”. O bien este otro: “El FMI somete a España a la mayor rebaja de crecimiento de los países desarrollados”. Los rumores eran persistentes y así se hacían eco algunos medios de comunicación: “Los españoles ya temen una nueva crisis” 

Ahora bien, no es lo mismo decir que estamos al borde de una depresión o una recesión, ni tampoco afirmar que nos encontramos en medio de un enfriamiento. ¿Por qué? Porque ahora, más que nunca, es momento acertar en el diagnóstico, invocando a la calma y la tranquilidad.  

 Enfriamiento, recesión y depresión 

Si tuviéramos que ordenarlas de menor a mayor impacto, diríamos que primero está el enfriamiento, después la recesión y, finalmente, la depresión. El enfriamiento sucede cuando la economía pierde fuelle o se frena. Por eso, también lo conocemos como ‘desaceleración’ de la economía. Normalmente, hablamos de enfriamiento cuando el PIB, mes a mes, cada vez crece menos. Si la caída, como ahora, resulta muy pronunciada, la llamamos frenazo.

Generalmente, no nos encontramos en una crisis antes de que la recesión o la depresión se hayan producido ya o sean inminentes. La inminencia no la establecen ni los gurús ni los políticos, sino los indicadores adelantados. La evolución de los mercados financieros, las expectativas de los consumidores, los pedidos nuevos de fabricación o el promedio de solicitudes de empleo son algunos de estos indicadores. El desplome del IBEX 35 desde febrero, por ejemplo, es uno de los primeros indicios del impacto económico de la pandemia.  

“La recesión se da cuando el PIB decrece dos trimestres seguidos, mientras en la depresión el crecimiento negativo se extiende durante años”

La recesión irrumpe cuando el PIB decrece durante dos trimestres seguidos. Los números tienen que ser forzosamente negativos. Es lo que algunos analistas han previsto para la economía española durante el primer semestre de este año. Si el PIB crece mucho después de una recesión, todos nos felicitaremos porque se ha producido un rebote.

Las depresiones, sin embargo, son una versión corregida y aumentada de las recesiones: el crecimiento negativo de la economía se extiende durante años y, por lo general, eso deja una huella profunda en el empleo y el nivel de vida de la inmensa mayoría de la población. 

Crecimiento anémico de los precios y deflación

Por otro lado, los precios crecen anémicamente cuando la inflación se encuentra, claramente, por debajo del 2% y, sobre todo, si desciende del 1%. Según Eurostat, la inflación anual de la eurozona el año pasado ya se situaba en diciembre en un 1,3%, mientras en España, los precios escalaron un 0,8%.

Queda por determinar si la pandemia provocará desinflación o llegará a la deflación. La deflación es una caída en el nivel general de precios. Hablamos de números negativos. La desinflación solo significa que los precios crecen cada vez menos, pero sin dejar de ser positivos. Tendrá más o menos impacto dependiendo de cuánto, desde qué nivel y durante cuánto tiempo caigan y en qué plazo terminen recuperándose. 

El mundo ante un nuevo reto

Bien es cierto que son días de volatilidad excepcional en los mercados financieros que no se veían desde la caída de Lehman Brothers o las Torres Gemelas. Pero no es nuevo. Como tampoco lo son los anticuerpos que genera el mercado y la economía cuando se dan este tipo de episodios. 

“El enfriamiento sucede cuando la economía pierde fuelle o se frena. Si la caída, como ahora, resulta muy pronunciada, la llamamos frenazo”

En este caso, los bancos centrales y los gobiernos de todo el mundo han lanzado una batería de medidas para afrontar los desafíos de la economía. Y no solo, por ejemplo, el descenso del precio de las materias primas también es uno de estos anticuerpos que pueden ser un incentivo una vez se supera esta situación.

Hasta ahora, y a lo largo de la historia, el crecimiento de la economía mundial ha sido imparable a pesar de frenazos puntuales. Mantener una estrategia, diversificada y a largo plazo, anclando nuestras inversiones al impulso de la economía mundial es la mejor forma de absorber los baches adquieran la forma que adquieran.

 

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