consigue tus objetivos financieros

En la vida, el éxito no cae del cielo, sino que se logra mediante la adquisición de una serie de hábitos positivos. Por ejemplo: si alguien pretende disfrutar de una óptima salud física, deberá adoptar una rutina deportiva de manera constante. ¡Hay que trabajar para conseguir lo que se quiere! Si hablamos de las inversiones, el éxito se fundamenta en cómo los inversores entienden el mercado y cómo reaccionan ante los vaivenes de las cotizaciones. Entonces ¿cómo es posible conseguir nuestro objetivo financiero? ¡Cambiando nuestros hábitos negativos de inversión!

¿Te gustaría ser un inversor inteligente? ¡Comienza a cambiar tus hábitos de inversión para superar con éxito sus desafíos!

¿A qué se enfrenta un inversor a largo plazo? Los desafíos

Durante el ciclo de la vida financiera del inversor nos encontramos con muchos objetivos que cumplir a largo plazo: comprar una casa, pagar los estudios de los hijos, la jubilación… Sin embargo, muchas veces estos objetivos se fijan sin una buena planificación, sin valorar las circunstancias específicas del inversor (capacidad de ahorro y verdaderas necesidades). Además, las prisas por alcanzar cuanto antes las metas proyectadas a futuro terminan siendo malas consejeras. A causa de esto, es normal tomar decisiones precipitadas. ¡Cuidado con esto!

Por ello, es recomendable empezar el camino de la mano de un asesor financiero que conozca muy bien al inversor y qué quiere conseguir a largo plazo. Una vez que se han fijado las metas, se empieza a trabajar en la planificación, es decir, las cantidades de ahorro que el inversor estará dispuesto a asumir para alcanzar ese determinado objetivo. A partir de entonces, surgen los desafíos… ¡Atento a los siguientes cuatro!

1. Las emociones. El primer reto está en uno mismo y en los aspectos psicológicos que implica iniciarse en el mundo de la inversión. No debemos entrar en un estado de euforia o de pánico por cada movimiento que se produzca en el valor del día a día en nuestra cartera, pues corremos el riesgo de dejar de enfocar los objetivos previamente marcados. La impaciencia sin duda debe clasificarse como uno de los rasgos más autodestructivos. Un inversor impaciente es vulnerable a huir del mercado cuando los precios de las acciones están cayendo y a regresar después, cuando los precios han aumentado considerablemente. A nadie se le escapa que el corto plazo pone a mil las pulsaciones del inversor poco experimentado. Desde los años ochenta, hemos presenciado como la bolsa estadounidense ha sufrido caídas del 10, 20, 30, 40 y cerca del 50% en un mismo año. Pero estos números no han impedido que se haya producido una revalorización de más del 2.000% hasta nuestros días. Lo coherente para los inversores a largo plazo es tener confianza en la calidad de sus inversiones y la validez de sus objetivos, en lugar de dejarse llevar por todo el nerviosismo que pueden causar la volatilidad. Precisamente, para no caer en las decisiones erróneas que provocan nuestras emociones, es imprescindible contar con la ayuda de nuestro asesor financiero, quien, gracias a su cabeza fría y su amplio conocimiento de la estrategia trazada previamente, nos podrá asesorar para evitar dar pasos en falso. Los beneficios a largo plazo se logran con una permanencia continuada en el mercado, mientras se mantiene un enfoque claro en el horizonte temporal.

2. Dónde invertir. Otra de las claves más importantes es: ¿en qué debe invertir el inversor a largo plazo? Y es que existen diferentes instrumentos de inversión adaptados a cada perfil de riesgo y siempre con coherencia con los objetivos establecidos, como la inversión en renta variable. Es más, en los tiempos actuales, en que los tipos de interés están en el 0% y vemos repuntes de la inflación, en este preciso contexto, aún tiene que ser más clara la presencia de la renta variable en una cartera para dinamizar las rentabilidades del ahorro.

rentabilidad real de cada activo

Fuente: Ibbotson

3. La diversificación. Se trata de un componente básico para todo inversor; es decir, hablando de manera más coloquial: «no poner todos los huevos en el mismo cesto». El objetivo para el inversor es que, mediante la diversificación en diferentes instrumentos financieros, se reduzca el riesgo global de la cartera. La mayoría de los profesionales de la inversión están de acuerdo en que la diversificación es el componente más importante para alcanzar los objetivos financieros a largo plazo y reducir la volatilidad.

4. Los dividendos. Otro aspecto a solventar es saber qué hacer con los dividendos que el inversor irá percibiendo como resultado de sus inversiones. Los dividendos pueden gastarse en el momento presente, pero la mejor alternativa que se dispone es reinvertirlos y dejar que el interés compuesto sea un catalizador de rentabilidades futuras. Esto lo podemos entender con un ejemplo. Si un inversor hubiera invertido 10.000 dólares en el año 1970 en la bolsa estadounidense, su patrimonio habría crecido hasta los 200.000 dólares. Sin embargo, si hubiera reinvertido los dividendos, el valor de sus inversiones ascendería hasta alrededor de los 900.000 dólares… ¡La diferencia merece la pena!

El cambio de hábitos de inversión: la clave del éxito

En definitiva, el camino al éxito como inversor nunca será fácil ni rápido. Estará siempre lleno de dudas y momentos en los que uno se sentirá perdido. Sin embargo, si ha diversificado suficiente y ha sido paciente, obtendrá mejores resultados que si hubiera salido precipitadamente del mercado y hubiese interrumpido su estrategia por culpa del miedo a la volatilidad.

Para no caer en los errores que, precisamente porque no dejamos de repetirlos, nos acaban alejando de nuestros objetivos financieros, es necesario aferrarse con fuerza al timón de nuestra estrategia y mantener la constancia en todas las situaciones del mercado. Para evitar momentos de flaqueza, ¡déjate aconsejar por un especialista de las finanzas personales que te impulse a conseguir tus metas! Solo así es posible alcanzar un patrimonio que, finalmente, nos permita una mayor libertad financiera para confeccionar nuestro proyecto de vida.

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