¿Hay alguna toma de decisiones fácil? Quizá deberíamos empezar por ahí, y más cuando se trata de nuestras finanzas. A lo largo de nuestra vida tomamos muchas decisiones que afectan a nuestro bolsillo. Desde la más básica, como elegir una cuenta bancaria útil y con las mejores condiciones, hasta establecer una relación de larga duración con un banco a través de una hipoteca, una de las decisiones más importantes de nuestra edad adulta y que condiciona nuestra economía doméstica.
Y es que una mala decisión puede tener consecuencias negativas y, según el caso, muy graves de cara a nuestra salud e historial financieros. En cambio, tomar aquellas más acertadas no solo nos harán estar tranquilos, sino que incluso pueden llevarnos a rentabilizar más y mejor nuestros ahorros. Lo que está claro es que las decisiones financieras deben tomarse en función de criterios personales (de ahí lo de “finanzas personales”) pero, sobre todo, deben ser realistas.
“Una mala decisión puede tener consecuencias negativas y, según el caso, muy graves de cara a nuestra salud e historial financiero”
Pero… ¿qué necesitamos para tomar las decisiones financieras adecuadas?
1. Tener a un profesional experto al lado
Ya lo dicen las madres: “Si no lo sabes, pregunta”. ¡Y cuánta razón! La mejor manera de tomar cualquier decisión financiera es preguntando aquello que no sabemos. Incluso hay un estudio publicado por la Resolution Fundation que va más allá: «A National Dividend the economic impact of financial advice«, en el que se revela que aquellos que reciben orientación y apoyo por parte de un asesor financiero y, por tanto, tienen más conocimientos e información sobre el tema, son más felices y, además, llegan a la etapa de jubilación con más patrimonio y con una mayor calidad de vida.
Por lo tanto, lo más conveniente es rodearse de expertos que puedan guiarte en la toma de decisiones. Hay que recalcar que deben asesorar y ayudar, pero nunca decidir por ti. Dado su conocimiento del mercado y de tu perfil como inversor, pueden resolver dudas e indicarte qué productos y servicios se ajustan mejor a lo que necesitas. Buen ejemplo de ello es la figura del Family Banker, el asesor financiero, creada por Banco Mediolanum.
2. Prever tus necesidades futuras
¡Tal y como están las cosas es fundamental! Hablamos de las necesidades económicas que se pueden presentar llegados a la etapa de la jubilación. Con un sistema de pensiones en cuestión por la situación demográfica y el mercado laboral, entre otros factores, y hasta que no se tomen medidas que refuercen el sistema, parece clara la necesidad de pensar en el ahorro privado para este momento futuro.
“Descubre qué necesitamos para tomar las decisiones financieras adecuadas”
Servirá para complementar la pensión pública y mantener (en la medida en que se pueda) el nivel de vida previo a la jubilación. En este punto, el portal “Finanzas para Todos”, impulsado por el Banco de España y la CNMV, cuenta con una herramienta de cálculo con la que es posible conocer cuánto dinero se puede ahorrar para la jubilación acumulando cierta cantidad cada mes.
Pero no solo se trata de una necesidad futura en la jubilación, sino de la posibilidad de que se presente un gasto inesperado y poder tener capacidad de reacción económica frente a él, sin que eso suponga un descuadre en nuestras cuentas.
3. Márcate objetivos de ahorro
Tomando los últimos datos publicados por la OCDE y recogidos por Statista, España no es país para ahorrar… o al menos, no nos resulta fácil. De hecho, la OCDE nos sitúa a la cola del ahorro europeo, con una tasa del 3,1%. Este dato nos posiciona como el cuarto país que destina menos dinero al ahorro familiar, solo por detrás de Polonia, Finlandia y Lituania.
Pero las estadísticas están para romperlas. Si no estamos acostumbrados a ahorrar, lo mejor es marcarnos objetivos pequeños e ir variándolos según se vayan alcanzando y nuestras circunstancias y metas cambien. Tan válido es el objetivo de ahorrar 1 € al día como el de reservar 200 € al mes. Lo importante es ser constante y acabar cumpliendo con el objetivo marcado.
4. No guiarte por la oferta llamativa
Hay que saber que la publicidad y las ofertas se hacen para que te encanten. ¡Lo más atractivo y la mayor ventaja lo acapararán todo! Pero nosotros debemos ir más allá. Nuestro objetivo aquí será la letra pequeña. Entenderla, estudiarla y tomar las decisiones basándonos en todos y cada uno de los puntos que forman parte del producto y hacerlo sin ninguna prisa. Y si no entendemos alguno, debemos acudir de nuevo al primer punto de este artículo.
Internet es una buena herramienta para buscar información y, sobre todo, para comparar entre toda la amplísima oferta disponible. De hecho, una encuesta realizada por Vente-Privée revela que internet es el canal de compra favorito para ahorrar (entre un 10 y un 20%) por un motivo claro: permite la comparación de precios y la elección de la alternativa más barata (57%). Internet se entiende como una buena y gran fuente de información. Sin embargo, no es suficiente para tomar la decisión final.
La base para tomar buenas decisiones empieza por rodearse de información y asesoramiento financiero de calidad y por tener el apoyo de un profesional de confianza que te guíe en la toma de decisiones. Así disminuiremos los riesgos y entenderemos cada paso que demos a la hora de contratar cualquier producto o servicio.
María Valero (iAhorro.com)