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Es el uno de enero de 2012. Imaginemos que contamos con 1.000 euros de nuestro ahorro y los metemos en una caja fuerte. Ahora damos un salto temporal y aparecemos justo un año después, esto es, el 1 de enero de 2013. ¿Cuánto dinero hay en la caja? Sí. 1.000 euros. Pero; ¿valen lo mismo esos 1.000 euros? La respuesta es no. Valen menos. Exactamente un 2,9% menos que fue el dato de inflación acumulado en 2012 en España.

Inflación. Es uno de los conceptos clave para entender la marcha de la economía. Si atendemos al diccionario es el incremento de los precios de todos los bienes y servicios que se venden o prestan en un país en relación a su moneda. O sea; lo que se encarece el día a día. Y ahí radica su importancia. Afecta a todos los ciudadanos por igual contrayendo el poder adquisitivo de las familias. La inflación, por lo tanto, afecta a nuestros ahorros, nuestro sueldo o nuestras pensiones.

Uno de los indicadores que miden la inflación es el Índice de Precios al Consumo, el IPC. Este índice, es elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la evolución del precio mensual de una lista de 489 artículos o servicios. Para elaborar este índice, el INE chequea unos 220.000 precios cada mes: por ejemplo, 176 alimentos; 60 artículos de menaje; 31 de transporte o 41 relacionados con el ocio y la cultura. En la elaboración del índice la alimentación (18,26%), el transporte (15,23%) y los precios en hoteles, cafeterías y restaurantes (11,37%) son los productos con más peso relativo.

Por lo tanto, a todos nos afecta el IPC, pero de forma distinta ya que no todos consumimos todos los productos y servicios que conforman la cesta, ni los consumimos en la misma medida. Pensemos por ejemplo en quien tiene hijos en edad universitaria: su inflación “personal” en 2012 fue superior al 2,9% ya que la partida de educación universitaria aumento un 22,4% durante ese año.

Entonces, ¿la inflación es mala? No. Un nivel de inflación moderada (entre el 1 y el 3%) es buena. Es un indicador de que la economía crece, que hay actividad y se mantiene un nivel aceptable del consumo. Lo perjudicial es contar con una inflación muy alta, lo que supone un quebranto importante del nivel adquisitivo de las familias y dificultades para las empresas a la hora de abastecerse de bienes y servicios o pagar salarios.

Y aún es peor la bajada de los precios: eso es, la deflación. Una economía en la que los precios bajan se enfrenta a problemas muy graves como la caída de la inversión y del consumo (se produce una baja de precios porque hay más oferta que demanda), la bajada de los salarios, la caída de la oferta de crédito y, debido a la bajada del nivel de vida, una sobre dimensión de las deudas contraídas. Además la caída de precios se ve agudizada porque el consumo se retrae a la espera de nuevas caídas, lo que genera un círculo vicioso.

Estos son, a grandes rasgos, los efectos de la inflación sobre nuestro día a día. Pero el ahorrador ha de pensar además en los efectos a lo largo del tiempo, ya que para el dinero que guardamos año tras año el impacto acumulado de la inflación puede ser devastador. Si en vez de un año, dejásemos los 1.000 en la caja fuerte durante 10 años, y cada año la inflación fuese del 2,9%, al final nuestros mil euros valdrían mucho menos, en concreto valdrían solo 751 euros. Por ese motivo cuando se ahorra a largo plazo hay que pensar en la rentabilidad al ahorro, la que está por encima de la inflación, para que al pasar el tiempo, el valor real del dinero ahorrado no disminuya. Los cerca de 600 Consultores de Banca Personal de Banco Mediolanum están a disposición de los ahorradores para que la inflación no sea un obstáculo y el dinero de las familias pueda crecer.

 

Fuente de la imagen: runrun.es

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