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Un profesional de banca decía hace poco que “la gente del gremio se ve, hasta cierto punto, como una especie en vías de extinción en medio de un mundo que se desmorona”. Sin duda, esta incertidumbre nace de un factor de ámbito general y de otro específico del mundo financiero. ¿Y a qué se debe esto? Una de las principales causas es el avance de la tecnología digital, el cual ha desencadenado una revolución que afecta al conjunto de la economía mundial con gran velocidad y virulencia. Es difícil pensar en una actividad productiva de las llamadas tradicionales que no se haya visto arrollada por el ecosistema digital. Pero, además, implica profundos cambios sociológicos sobre otros ámbitos.

Cambios que ha provocado la revolución digital

De entrada, en el trabajador, y según diferentes estudios, provocará que en un futuro el 65% de los recién nacidos ahora mismo trabaje en oficios que no existen hoy, que el 80% de los jóvenes actuales encuentre empleo en el ámbito digital, que la mitad de los trabajadores en las próximas décadas sean autónomos o que, en 2020, la mitad de los empleados no vayan a la oficina.

Pero también cambia el consumidor y, según PwC, el cliente de la era digital quiere realizar sus gestiones en tiempo real; exige eficiencia de los procesos; el negocio se hace donde esté él y en el momento que pueda; busca la transparencia, quiere ser escuchado y desea compartir su opinión; tiene una nueva idea de marca, medida por lo que la empresa hace y no por lo que dice ser; aprecia la innovación y prefiere empresas que apuestan por ella; y el precio ha dejado de ser el factor predominante, por lo que se ha trasladado el foco al valor añadido.

El sector financiero sufre otra revolución

En medio de esta convulsión, el sector financiero sufre una reestructuración que entre 2007 y 2015 ha acarreado el cierre de 14.000 oficinas en España, además de 75.000 empleos amortizados, en una tendencia que continuará en la misma tónica, según se ha anunciado públicamente. Es comprensible, por todo lo anterior, la preocupación que atenaza a muchos profesionales. Sin embargo, a pesar de la magnitud de los cambios, es impensable la extinción de la profesión. Sería más certero hablar de evolución.

“El profesional de banca ha de tener claro que su futuro depende del éxito de su cartera”

En definitiva, debemos perder el miedo. El dinero es tan antiguo como la humanidad y, mientras siga existiendo, habrá expertos a la hora de gestionarlo. El asesor financiero sobrevivirá si su actitud es positiva frente al cambio en el sector.

Un nuevo cliente exige un nuevo asesor

Como respuesta al nuevo perfil de cliente, el profesional de banca ha de tener claro que su futuro depende del éxito de su cartera y por ello:

  • Tiene que estar informado y formado continuamente sobre alternativas de inversión, mercados, fiscalidad…
  • Debe construir relaciones de largo plazo basadas en la confianza, en la calidad de su asesoramiento y en la satisfacción de las necesidades y exigencias del cliente.
  • Ha de mantenerse siempre a la última en nuevas tecnologías y apoyarse en herramientas digitales.
  • Debe desarrollar habilidades relacionales, pero sin caer en la complacencia.
  • Tendrá que ser flexible con el tiempo y el espacio, y la autonomía será esencial en la gestión de su clientela.
  • La remuneración estará ligada a su valía y esfuerzo, no al tiempo empleado.

Una banca al servicio del profesional

“Las entidades tendrán que volcarse en el apoyo a sus profesionales”

 Como consecuencia de lo anterior, las entidades tendrán que volcarse en el apoyo a sus profesionales y deberán ofrecer 4 aportaciones clave:

  • Una formación continua y un proyecto de desarrollo profesional para incorporar a los mejores asesores financieros.
  • El acceso a herramientas para que estos puedan desarrollar su trabajo con calidad.
  • Una amplia y diversificada cartera de productos que satisfaga las necesidades financieras más sofisticadas.
  • La solidez de una buena reputación e imagen, para asegurar a los clientes que su dinero estará en buenas manos.

Aquellas entidades que ya han escogido este camino –exótico hace unas décadas, pero que hoy se ha demostrado visionario— parten con ventaja en la carrera de las finanzas en la era digital.

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