Estudiar historia y, en especial, los grandes eventos que han sucedido a lo largo de ella es transcendental porque así podemos entender nuestro pasado, lo que a su vez nos permite juzgar, con mejor criterio, nuestro presente. La crisis de los tulipanes es un claro ejemplo de cómo la especulación desmedida puede desencadenar una burbuja especulativa con graves consecuencias en los mercados financieros.
¡La historia se repite cíclicamente! Pero si estudiamos los éxitos y, en especial, los fracasos del pasado, podemos evitar volver a tropezar en la misma piedra. Si quieres evitar estos errores en el futuro, ¡aprende de la burbuja de los tulipanes!
Causas de la primera burbuja especulativa
Si nos centramos en el terreno económico, los inversores pierden muchas veces toda la racionalidad existente por un activo determinado. Y es que en la historia de los mercados financieros han existido multitud de burbujas en las que la exuberancia irracional ha llevado a que los precios protagonicen un boom. Uno de los ejemplos más representativos de este fenómeno es la burbuja de los tulipanes, también conocida como Tulipomanía, la primera burbuja especulativa, que se vinculó a la compraventa de bulbos de tulipanes y que tuvo lugar en los Países Bajos de 1634 a 1637.
Los tulipanes llegaron a Holanda en 1593 de la mano de Carolus Clusius (médico, micólogo y botánico flamenco, quizá el científico y horticultor más influyente del siglo XVI), quien se convirtió en botánico jefe de la Universidad de Leiden. Este experto en botánica no perdió el tiempo y comenzó a plantar enseguida los primeros bulbos de tulipán en el país y, por ello, la fama de esta hermosa flor se extendió rápidamente y pasó a ser muy popular entre las clases altas.
La belleza y exclusividad de los tulipanes empezaron a convertirlos en un símbolo de estatus entre las clases altas, lo cual disparó su demanda. La competencia entre los cultivadores hizo que se desarrollasen numerosas variedades de tulipanes, cada vez más exóticas. Los más admirados eran los tulipanes de colores vivos, que eran multicolores o tenían líneas, rayas y llamas en los pétalos. Irónicamente, ahora sabemos que estas variaciones provienen de un virus específico del tulipán y que en realidad son más bien imperfecciones.
Varios factores que se produjeron a medida que la burbuja alcanzaba su punto máximo contribuyeron al crecimiento de la Tulipomanía:
- La riqueza generada por la descomunal Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
- Las bajas barreras a la entrada en el comercio de tulipanes.
- Una política monetaria flexible por parte del Banco de Ámsterdam.
Consecuencias de la crisis de los tulipanes
En 1634 se popularizaron los tulipanes más singulares. La pasión entre los holandeses por poseerlos era tan grande que la industria normal del país comenzó a descuidarse, y la población, incluso los sectores más humildes, se involucraron en el comercio de estas flores.
A medida que la locura por los tulipanes crecía, los precios aumentaron hasta el punto de que en el año 1636 se hizo público que muchas personas habían invertido una fortuna de 100.000 florines para la compra de 40 bulbos. Esa suma suponía al menos 100 veces los ingresos anuales de una familia holandesa de clase media.
Para hacernos una idea de los precios de la época:
- Cuatro bueyes gordos tenían un precio de 480 florines.
- Ocho cerdos equivalían a 240 florines.
- 1.000 libras de queso podían adquirirse por 120 florines.
¡El mercado de los tulipanes alcanzó un nivel de locura inimaginable!
Como era de esperar, la demanda excedió la oferta, lo que hizo que los precios se dispararan y los especuladores comenzaran a comprar bulbos de tulipán utilizando contratos de entrega, abriendo la puerta al apalancamiento en el comercio de tulipanes. La Tulipomanía alcanzó tal nivel de penetración en la sociedad holandesa que la gente incluso llegó a ofrecer sus casas y los ahorros de toda su vida a cambio de bulbos de tulipán.
De repente, el 3 de febrero de 1637, la manía del tulipán colapsó. Comenzó en una subasta de bulbos en Haarlem, donde la gente al fin se negó a pagar precios exagerados.
De repente, los vendedores no pudieron encontrar compradores dispuestos a pagar sumas exorbitantes por los bulbos y comenzaron a liquidar aquellos que sí podían vender. Por ello, a medida que la gente se fue dando cuenta de que el valor de los bulbos había sido inflado, su valor se desplomó.
El pánico propició una estampida de vendedores. El mercado se precipitó y, en menos de 6 semanas, los precios del tulipán cayeron más del 90%. ¡La burbuja terminó por estallar!
El gobierno intentó detener el pánico y ofreció resolver los contratos al 10% de su valor nominal, pero esta acción solo hizo que el mercado se hundiera aún más. El cruel estallido de la burbuja especulativa de los tulipanes terminó con la Edad de Oro holandesa y sumergió al país en una leve depresión económica que alargó durante varios años.
Las enseñanzas de la burbuja de los tulipanes
Está claro que los inversores siempre están deseosos de alcanzar nuevas oportunidades que ofrezcan grandes rentabilidades, especialmente si estas parecen estar presentes en su entorno. Los sentimientos de euforia y pánico son comportamientos habituales en escenarios de burbuja especulativa. Es solo después del hundimiento de los precios cuando nos preguntamos: ¿qué nos pasó?
Si una cosa está clara es que las burbujas se crean por la especulación, un método poco fiable de inversión que se basa en la búsqueda del beneficio rápido por la diferencia de precios. El verdadero inversor se centra en el largo plazo y evita dejarse llevar por el optimismo de estos fenómenos volátiles del mercado.
Si lo que verdaderamente buscamos es tratar de alcanzar nuestros objetivos, lo recomendable es huir de los sesgos emocionales y confiar en el acompañamiento de un asesor financiero que nos ayude en la toma de decisiones económicas. De esta forma, cuando las futuras burbujas revienten… ¡tus ahorros seguirán trabajando para que puedas alcanzar tus metas financieras!