Resulta curiosa (cada vez menos), la cara con la que te miran cuando dices que trabajas en Banco Mediolanum. Una cara de incertidumbre y desconocimiento que luego, se transforma en cara de satisfacción y convencimiento. Y esto es precisamente lo que quiero contar aquí.

Hace unos meses me hicieron saber que unas personas allegadas a mi habían sido premiadas con una importante suma de dinero. No quise perder la oportunidad de ir a verles aun a pesar de la lejanía, unos 500 km desde mi casa. Ni que decir tiene lo que me costó que aceptasen que yo les fuese a ver, en primer lugar porque no me conocían más que de referencia y segundo, porque ir de tan lejos les suponía un compromiso que no sabían si querían adquirir. Pero aceptaron recibirme, a mi y aun compañero que muy amablemente vino desde otra ciudad a ayudarme para enfrentarme a la que fue sin duda una de las reuniones más importantes hasta la fecha de mi carrera profesional.

El trabajo que hicimos, como siempre en Banco Mediolanum, fue de asesoramiento. Preguntamos qué querían, por qué, cuáles eran sus necesidades, qué esperaban de ese dinero… y en función a sus respuestas, elaboramos algo específico para cada uno de los afortunados. Vieron con buenos ojos la planificación que les hicimos, pero… en un primer momento prefirieron buscar otras opciones más “conocidas”.

Nunca perdimos el contacto, siempre les escribía, sabía que más tarde o más temprano, serían mis clientes y me harían caso en todo aquello que les propuse. Porque era para ellos, exclusivamente para ellos, y porque sabía que era cuestión de tiempo; nada más.

Pasaron meses y bancos, muchos bancos. Esos bancos que unos meses antes se negaban a concederles ningún tipo de favor, ni si quiera el pago de un recibo fuera de hora, ahora les llaman y les dicen incluso que les abren la sucursal sólo para ellos por la tarde. Menudo detalle. De por medio siempre hubo mucha competencia en lo que a tipos se refiere, mirando siempre por el corto plazo. Nadie les preguntó si necesitaban otra cosa que no fuera un depósito. Sólo un banco les ofreció algo que no debieron comprar; y les avisé. Luego fueron conscientes de que no me equivocaba.

Meses después, puedo decir que ambos son mis clientes, mis mejores clientes por cierto, y que gracias al trabajo realizado por mi parte y también al no realizado por parte de otras entidades, mis clientes han decidido venirse conmigo, con Banco Mediolanum. Nuestra forma de trabajar ha podido a todos los demás. Estoy orgullosa de que hayan sabido ver qué les convenía más, estoy orgullosa de que dos personas que desconocían por completo el mundo de la banca, poco a poco hayan tomado la decisión de planificar sus objetivos financieros con nosotros, estoy orgullosa de haber sido elegida por encima de otras grandes entidades que no han estado a la altura. Estoy orgullosa de que hayan confiado en mí; no les decepcionaré. El trabajo siempre tiene su recompensa.

 

Zaida Núñez Ayala

Consultora de Banca Personal

(Visited 249 times, 1 visits today)
Share This