Benjamin Graham, en su libro El inversor inteligente recuerda a los inversores que deben tener claro que la función de sus asesores financieros no es tanto la

gestión profesional de sus ahorros sino la gestión de ellos mismos. ¿Por qué? Porque muchos ahorradores no saben que ellos pueden ser los peores enemigos de sus inversiones.

En una época de incertidumbre en la que todo el mundo tiene miedo es difícil mantenerse sereno; y además cuando parece que todos ganan y las bolsas suben y suben, es difícil no perder la cabeza. Somos humanos y está en nuestra naturaleza: antes o después tendemos a dejarnos llevar por las emociones.

Por eso, los ahorradores que no disponen de un asesor financiero, si actúan llevados por la euforia o el miedo, tienden a invertir su dinero en el momento álgido del mercado, a vender cuando este baja, o a entrar y salir constantemente del mercado intentando adivinar su evolución; lo que lleva en muchas ocasiones a sufrir fuertes pérdidas en su ahorro.

En este sentido lo adecuado para el ahorrador es definir una estrategia inicial, en función del plazo y las necesidades,  y luego mantenerla independientemente de los cambios de ánimo colectivos o de los movimientos del mercado a corto plazo. Y cuando se está ahorrando a largo plazo, el ahorrador puede aprovechar incluso los momentos de bajada para invertir más.

¿Sencillo, no? Pues no. Porque cuando la volatilidad de los mercados se dispara, y las dudas o el entusiasmo se desbordan es difícil no dejarse influir por el estado de ánimo colectivo. Es entonces sobre todo cuando se demuestra el valor de un asesor financiero, que actúa como un contrapeso racional a las emociones, y ayuda al ahorrador con una buena gestión profesional de su ahorro.

El asesor tiene que ser la voz del sentido común para el cliente. Tiene que evitar que su cliente simplemente siga al rebaño en la euforia o en el  pánico, y ha de procurar que mantenga, mientras no cambien sus objetivos, la estrategia definida. Si el asesor financiero hace bien su trabajo, su cliente seguro que se lo agradecerá.

Por tanto el apoyo de un consultor financiero es especialmente importante en momentos como los actuales, de incertidumbre y miedo. Es aquí cuando la gestión de las emociones es fundamental: para evitar dañar el ahorro y, sobre todo, para aprovechar las oportunidades de inversión a largo plazo.

Warren Buffet, uno de los mayores inversores del mundo,  afirma que una de las fórmulas para obtener buenos resultados es no seguir nunca al rebaño, sino “ser temeroso cuando los demás son codiciosos y viceversa.” Hoy eso significa ver más allá del miedo y aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados. Que son muchas.

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