hábitos de ahorro e inversión inspirados en Charlie Munger

“El gran dinero no está en la compra y venta, sino en la espera”, “tenemos tres canastas para invertir: sí, no y demasiado difícil de entender”, “si sigues aprendiendo todo el tiempo, tienes una gran ventaja”. 

Son algunas de las numerosas frases sabias del recientemente fallecido Charlie Munger (1924-2023). El legendario gurú de la inversión, siempre a la sombra del más conocido Warren Buffett como su mano derecha en la gestora Berkshire Hathaway, recibió el apodo del “abominable señor no”, por su negativa a invertir en muchas de las propuestas que se le presentaban. De hecho, Munger no se consideraba un analista de mercado ni un experto macroeconómico, sino un gran conocedor de negocios. 

Ese es su gran legado, centrarse en empresas de calidad, resistentes al paso del tiempo y cuyo valor intrínseco es reconocido a largo plazo por el mercado. “Olvídate de lo que sabes de comprar negocios justos a precios maravillosos; en lugar de eso, compra negocios maravillosos a precios justos”. Este era y es el quid de la cuestión de una filosofía de inversión llamada ‘value investing’ o inversión en valor, cuyo padre fue Benjamin Graham, mentor de Buffett. 

Estas son algunas de sus principales reflexiones o consejos fundamentales para todo ahorrador.  

“Vive dentro de tus ingresos y ahorra para poder invertir”

Un error muy frecuente es ahorrar con lo que queda a final de mes, porque en la mayoría de los casos o no sobrará dinero o se encontrará una excusa para reservar ese remanente para otra finalidad. Genera hábitos de ahorro y conviértelo en un recibo más al mes, como el de la luz, internet o el agua. Y como estas domiciliaciones, automatiza la parte a invertir y transfiérela a un producto financiero. 

“La paciencia es una virtud esencial en el mundo de las inversiones” 

Junto a la primera frase de este artículo, esta otra también pone en valor la recompensa del largo plazo en materia de inversión. Ciertamente, las emociones son uno de los peores enemigos de los inversores particulares. El pánico ante fuertes caídas que lleva a vender en el peor momento o la euforia que impulsa a comprar siguiendo el efecto manada y hace que se entre caro en un activo. Como inversor a largo plazo, Munger usaba la paciencia con un doble sentido. Paciencia a la espera de que las acciones de la empresa de calidad en la que invertir estén infravaloradas para comprarlas baratas; y paciencia para dejar que el largo plazo vaya haciendo su trabajo y reconozca el verdadero de valor de un negocio, revalorizando su cotización bursátil.

“La adoración en el altar de la diversificación creo que es una locura”. Diversificar con sentido y estrategia.

Una de las máximas en el mundo de la inversión es no poner todos los huevos en la misma cesta. Repartir las inversiones entre diferentes activos para que eventuales pérdidas de algunos sean compensadas con ganancias de otros. Sin embargo, la diversificación debe tener sentido, no se trata de combinar una amplia variedad de productos o empresas, sino hacerlo con estrategia y, sobre todo, entendiendo en lo que se coloca el ahorro. “Invierte en un negocio que cualquier persona tonta pueda administrar”, decía, o como el entrecomillado del principio: “Tenemos tres canastas para invertir: sí, no y demasiado difícil de entender”. En este punto, Munger era contrario a las criptomonedas e, incluso, en la época de las ‘puntocom’ tampoco apostó por este sector. El pinchazo de esta burbuja demostró que tenía razón. 

“Entender tanto el poder del interés compuesto como la dificultad de conseguirlo es el corazón y el alma para entender muchas cosas”

Se trata del efecto de bola de nieve, que va haciéndose cada vez más grande. El mecanismo del interés compuesto consiste en que los rendimientos se van acumulando en el capital invertido, de tal manera que año tras año, la base sobre la que calcular los retornos se va haciendo cada vez mayor y, a largo plazo, el crecimiento es exponencial. Por ejemplo, supongamos que se invierten 1.000 euros en un producto con una rentabilidad anualizada del 8%. Eso supondría que al cabo de 12 meses se acumularían 1.080 euros; al siguiente ejercicio se convertirían en 1.166,4 euros; al tercero, en 1.259,71… y así sucesivamente. 

“Intenta cada día ser un poco más sabio de lo que eras cuando despertaste”

En cuestiones del bolsillo, la educación financiera es clave para tomar decisiones bien informadas y razonadas. No se trata de aprender a invertir por tu cuenta, que para eso están los gestores, verdaderos expertos en analizar compañías en las que invertir a largo plazo como Munger, pero sí para entender lo que un asesor financiero recomienda hacer con el ahorro de cada uno en función de los objetivos, el horizonte temporal y el perfil de riesgo. También para tener la capacidad de detectar posibles negocios fraudulentos que de tarde en tarde alguien nos trata de vender vía telefónica o correo electrónico. 

Terminamos este pequeño recordatorio de su legado con otra de sus frases, que resume muy bien todas las anteriores: “El deseo de enriquecerse rápidamente es bastante peligroso”.

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