Solo hay dos maneras de ganar dinero en nuestro entorno moderno: trabajando —por cuenta propia o por cuenta ajena— o haciendo que el dinero trabaje para nosotros mismos, invirtiendo. Si guardamos nuestros ahorros de toda la vida en lugar de invertirlos, nunca obtendremos más de lo que ahorramos e, incluso, la inflación se encargará de depreciar el poder de compra de ese ahorro acumulado.

Sin embargo, empezar a invertir suele percibirse como una decisión compleja. El desconocimiento de los mercados financieros, el ruido constante de noticias que generan vaivenes en las bolsas y los sesgos propios que uno adquiere hacen que muchos se alejen de este mundo o bien pospongan las decisiones de inversión. ¡Es el momento de cambiar esta tendencia! Descubre por ti mismo por qué invertir es la mejor vía para ver crecer tus ahorros. ¡Toma nota!

El coste de no invertir

Posponer las decisiones de inversión tiene consecuencias graves cuando se analiza desde una perspectiva de largo plazo. Pongamos un ejemplo usando el método del Dollar Cost Averaging, que consiste en hacer aportaciones periódicas sostenidas en el tiempo que suscribirán participaciones de un fondo que reproduce el comportamiento del EuroStoxx 50 Total Return. En este caso específico, la aportación periódica será de carácter mensual y cuantificada en 100 euros en el presente. Además, teniendo en cuenta que el dinero pierde valor por la inflación, realizaremos un pequeño ajuste de la aportación mensual para que, con el paso de las décadas, la aportación refleje la misma capacidad de compra.

tabla rentabilidadtabla rentabilidad

Como se puede observar, si nos remontamos a hace treinta años, al año 1988, el inversor habría iniciado las aportaciones periódicas desembolsando un total de 25.744,88 euros hasta el día de hoy. Esta inversión estaría valorada, a precios de mercado, en 64.189,95 euros, lo que se traduce en una rentabilidad acumulada del 154,54%.

Este inversor habría logrado una rentabilidad sustancialmente más reducida si las aportaciones se hubieran iniciado hace veinte años. Desde 1998, habría destinado 19.146 euros, que estarían valorados en 30.731 euros en el presente, lo que supondría una rentabilidad acumulada del 60,51%. Es decir, el coste de oportunidad (es decir, el que supondría no realizar la inversión, frente a las diferentes alternativas a nuestro alcance) sería de 93,99 puntos porcentuales frente la misma decisión del año 1988.

¿Y si el inversor hubiera iniciado las aportaciones en 2008? La inversión desembolsada en los últimos diez años sería de 10.759,18 euros y estaría valorada en 15.800,94 euros en el presente, lo que concedería al inversor una rentabilidad acumulada del 46,86%. En términos comparativos, el inversor se enfrentaría a un coste de oportunidad de 107,64 puntos porcentuales frente a la misma decisión de 1988 y de 47,13 puntos porcentuales ante la decisión de 1998.

El interés compuesto: nuestro aliado multiplicador

Como hemos podido ver en este ejercicio retrospectivo, la fuerza del interés compuesto es indiscutible en el largo plazo y consigue potenciar las rentabilidades por cada unidad monetaria invertida. Si posponemos la decisión de invertir, obtendremos una menor rentabilidad acumulada por unidad monetaria invertida, lo que supone un elevado coste de oportunidad en contra de nuestros propios intereses

Hay que tener en cuenta que en el ejemplo que hemos utilizado no existe una inversión inicial, sino diversas aportaciones a lo largo de los años. Si se tuviera en cuenta una inversión inicial, un hecho que tiende a ser bastante común, las rentabilidades anuales del índice bursátil de referencia generarían un efecto multiplicador sobre la valoración de la inversión presente y, en consecuencia, la rentabilidad acumulada del inversor sería sustancialmente mayor. Como dijo Warren Buffett, el mejor inversor de todos los tiempos: “El mejor momento para invertir es hace varios años. El segundo mejor momento es ahora. Cuanto antes entres, mejor. No esperes para comprar acciones. Compra acciones y espera”.

¿Para qué desperdiciar el tiempo y arriesgarnos a una devaluación de nuestra capacidad de compra? Comenzar a invertir cuanto antes no solo nos aportará una mayor capacidad de rentabilidad a largo plazo, sino que además conseguiremos que nuestros ahorros no mermen por la inflación y los impuestos. ¡No postergues más la decisión y ponte en contacto con tu asesor financiero!

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