No esperen a Tarantino ni a la Novia, ni sangre a raudales, pero sí dos entregas, al menos, que no van a dejar indiferente al espectador. De momento, aquí nos llega la primera parte de la reforma de las pensiones, y se espera en aproximadamente un año la segunda. Entremedias, algún director’s cut. Kill Bill también puede querer decir “ajuste de cuentas” y con esta reforma se pretende que cuadren las cuentas.
Pongamos un poco de contexto: la Seguridad Social se enfrenta a un déficit que el año pasado fue del 1,8% del PIB y, sobre todo, a un futuro desequilibrio demográfico, fruto de la creciente longevidad, que obliga a reformar el sistema de pensiones para que siga siendo sostenible y suficiente. Por eso, el Gobierno ha emprendido un proceso de reforma amparado en el Pacto de Toledo, que se va a concretar en dos partes.
“La Seguridad Social se enfrenta a un déficit y desequilibrio demográfico que obliga a reformar el sistema de pensiones para que siga siendo sostenible y suficiente”
Así es la reforma de las pensiones
En esta primera parte, recién llevada ya a proyecto de ley, hay tres elementos destacables: tras diez años sin acuerdos de pensiones, tenemos un acuerdo validado tanto en el ámbito parlamentario como con los agentes sociales. Y eso da ciertas garantías de permanencia y estabilidad, algo que en el tema de las pensiones siempre es necesario.
El segundo es que la pensión se actualiza con la inflación (solo si es positiva, si caen los precios no bajan las pensiones), sustituyendo el anterior índice, que realmente no entró en funcionamiento nunca y que, aunque ya no se acuerde nadie, aumentó el poder adquisitivo de los jubilados.
Y el tercero, el más relevante para el largo plazo, es que se incentiva el retraso voluntario de la edad de jubilación, con algún elemento tomado de la economía del comportamiento. Esto es, un pago único anticipado para quien se jubile de forma retardada en lugar de pagos mensuales, y con variación de coeficientes para la jubilación anticipada de forma muy suave y gradual en el tiempo.
Hay algunas cosas más, pero sobre todo faltan otras que se han dejado para la segunda entrega. Digamos que esta ha sido la parte menos compleja, pues las diferencias entre los actores implicados eran más de matices que de fondo. Pero preparémonos para el emocionante final con el duro David Carradine en escena (aunque seguramente habrá más de un duro en esa entrega). El ministro Escrivá apuntó algo que será inevitable por el desequilibrio demográfico: o cobramos menos o trabajamos más tiempo.
Adiós al factor de sostenibilidad
Entremedias, alguna sorpresa del director: hay que elaborar un factor de sostenibilidad —una fórmula que liga la cuantía de la prestación a la evolución de la esperanza de vida— que sustituya al que deroga esta norma. Para empezar, cosas del guion, se llamará “factor de equidad intergeneracional”, pero no va a ser sustancialmente distinto del que ha sido eliminado por el acuerdo. Empezará más tarde, eso sí, en 2027, para ir espaciando los efectos.
“La reforma contempla que la pensión se actualice con la inflación y se incentiva el retraso voluntario de la edad de jubilación”
También entrará en escena el superfondo de pensiones, el vehículo con el que el Estado quiere favorecer y animar el ahorro en las empresas para el retiro. Un Clark Kent de las pensiones (no encaja muy bien con una historia tarantiniana, y esperemos que no se quede en un macguffin), del que, seguramente, tendremos que hablar otro día.
¿Qué va a pasar con las pensiones en la segunda entrega?
La segunda entrega de la reforma de las pensiones tiene guion, pero no se ha rodado aún. Pero entre lo conocido de la primera entrega, y lo esperable de la segunda, el cambio en nuestra Seguridad Social va a ser importante. Se podría resumir en pensiones más sostenibles, pero de menor cuantía, y en empezar a cobrar más tarde. Esta segunda parte no la va a rodar Tarantino, pero en cualquier caso hay que prepararse para un nuevo escenario.
Presidente de Novaster
Presidente de BeWay
La primera parte ha blindado la suficiencia para los actuales pensionistas o los que están muy a punto de jubilarse. Es más que razonable porque poco pueden hacer estas personas para mejorar su pensión más que luchar por mantener su poder adquisitivo.
La segunda parte deberá asegurar la sostenibilidad reduciendo la cuantía de la pensión en su base inicial para los futuros jubilados. Esta medida (se llame factor de sostenibilidad o factor de equidad intergeneracional) deberá ser progresiva porque los primeros babyboomers en jubilarse (los nacidos en 1958) tampoco tienen recorrido para el ahorro. Otra cosa cosa son los nacidos a finales de los 60 y 70’s. Dispondremos de más de 15 años para planificar la jubilación. Ahora ya no se puede aducir falta de conocimiento.
El sistema de pensiones no podrá asegurar la suficiencia actual, tasa de sustitución superior al 70%. La Comisión Europea prevé una tasa de sustitución inferior al 50% en 2050.
Planificando la solución: Los tres pilares. Más allá de la pensión pública que nos de el Estado, la solución pasa por complementar su menor suficiencia con ahorro de capitalización, sea aportado a título individual o por las empresas.
Espero que la reforma nos perjudique lo menos posible pues gente como yo que llevamos cotizados 44 años con unas espectativas de futuro no son las mejores , en su tiempo nos hicimos un plan de pensiones llegado a ahorrar en el más o menos 360000€ y cuando lo saquemos tenemos que pagar impuestos excesivos sldos