Cada vez oímos hablar con más frecuencia de la volatilidad de los mercados, y a menudo con un sesgo negativo. Por eso es importante saber que la volatilidad es un ingrediente que forma parte de la naturaleza del ahorro e inversión y que puede ser un aliado, si se cuenta con una adecuada estrategia de inversión a largo plazo y bien diversificada que no solo mitigue su efecto sino que pueda servir para aprovechar las oportunidades.
La volatilidad no tiene por qué dar ni miedo ni suponer una mala noticia. Es, en realidad, una forma de medir la variación del precio de los activos en un periodo determinado de tiempo, sobre todo a corto plazo (días, semanas o meses).
La volatilidad de los activos se expresa en porcentaje y es el resultado de compararla con la media de su precio, por lo general en los últimos 12 meses, aunque realmente se puede comparar con la de cualquier plazo. Si su precio se mueve mucho hacia arriba o hacia abajo en poco tiempo, decimos que están experimentando una fuerte volatilidad.
Existe, además, la volatilidad del pasado, la llamada ‘volatilidad histórica’, que es la que recoge los activos más volátiles (por ejemplo, en el primer semestre de 2024, el cacao o el café). Y también se habla de la ‘volatilidad implícita’, que se calcula según las expectativas de precios de un activo que pueden esperarse más adelante.
Ejemplo de volatilidad en el mercado
¿Cómo se mide la volatilidad? El indicador más famoso es el VIX —conocido como el ‘índice del miedo’— y sirve para medir la volatilidad del S&P 500, el principal indicador del mercado norteamericano y mundial. La subida del VIX suele coincidir con periodos de caídas en el S&P 500, es decir, de alta volatilidad.
“La volatilidad no tiene por qué dar ni miedo ni suponer una mala noticia. Es una forma de medir la variación del precio de los activos, sobre todo a corto plazo”
Pongamos un ejemplo de principios de agosto de 2024.
El S&P 500 se desplomó, lo que supuso la mayor caída diaria de los últimos dos años. Por entonces saltaron las alarmas en los mercados y se comentó que la volatilidad que calcula el VIX había estado a punto de triplicarse.
Si pusiéramos un ejemplo gráfico, podríamos imaginar a un ciclista que cambia de ritmo intensa y rápidamente durante un determinado periodo de tiempo, una semana, por ejemplo, en comparación con su media del último año. Quizá tenga que ver con la forma de rodar del ciclista con su nueva bici, con que se sienta más enérgico o cansado esa semana, con la densidad del tráfico, con el tiempo espléndido o terrible que se encuentre… o con todo a la vez.
Del mismo modo, las importantes variaciones en los precios de los activos pueden deberse a dinámicas directamente relacionadas con ellos, con sus sectores, con el mercado en general o con todo al mismo tiempo.
La confusión entre riesgo, volatilidad y peligro
Aunque estén relacionados, a menudo estos conceptos se aplican a contextos equivocados. La volatilidad mide la intensidad de variación de los precios al alza o a la baja en un determinado periodo de tiempo; puede representar el riesgo de incurrir en la inversión equivocada si el plazo de tiempo previsto por la inversión no es correcto.
Por ejemplo, si necesito disponer del dinero en un plazo muy corto, una inversión en un activo con alta volatilidad podría causarme un problema con una bajada importante y entonces generarme un peligro. Si las inversiones en este activo son para un plazo más largo, entonces el activo tendrá la posibilidad de expresar los potenciales de volatilidad, que también prevén subidas importantes, y disminuir el riesgo y consecuentemente el peligro.
“Una estrategia a largo plazo con una buena diversificación puede reducir el riesgo asociado a las oscilaciones de mercado”
Lo fundamental es definir desde el principio el objetivo de las inversiones y la volatilidad que puedo asumir en el periodo de tiempo para poder minimizar riesgo y peligro.
La volatilidad como una oportunidad
Para evitar esas situaciones, una estrategia de inversión a largo plazo con una buena diversificación de activos puede permitir reducir el riesgo asociado a las oscilaciones de mercado y aprovechar oportunidades de inversión a mejor precio en caídas de mercado.
Para tratar de equilibrar una cartera, es recomendable contar con las manos expertas de un asesor financiero independiente y de absoluta confianza, que puede proporcionar información y esas estrategias al inversor para mitigar el impacto de la volatilidad, además de buscar soluciones que se ajusten a su perfil de riesgo, sus expectativas de rentabilidad y objetivos financieros en cada una de las etapas de su vida.
Si no hay dos ahorradores iguales porque tampoco hay dos familias iguales, lo mismo puede decirse de las necesidades y objetivos a largo plazo que definirán el diseño de sus carteras de inversión.