Es innegable que los eventos deportivos de gran magnitud como los Mundiales y los Juegos Olímpicos dejan una huella imborrable en nuestra historia. En numerosas ocasiones, su impacto también alcanza (en mayor o menor medida) la economía de los distintos países organizadores y participantes. Anteriormente, ya hablamos en este blog de la influencia de estas celebraciones en la economía y en los sentimientos del país encargado de la organización de estos torneos.
Pero, más allá de los efectos económicos para el organizador, el triunfador del Mundial de Brasil 2014 también puede verse arrastrado por un beneficio económico “insospechado”,relacionado con los efectos psicológicos que una victoria en un evento deportivo tan importante genera en la sociedad.
¿Cómo se toman las decisiones económicas?
A la hora de tomar decisiones económicas, especialmente las de compra, la acción no es racional al 100% y se aleja de lo que implica el término “Homo economicus”. Según este último, todas las decisiones se toman maximizando los beneficios y minimizando los costes. Tenemos límites en el presupuesto y en el tiempo, pero también efectos sociológicos y psicológicos que influyen en la resolución final. La economía conductual o behavioral finances integra ideas de la psicología y economía para explicar mejor el comportamiento y el impacto de las emociones en la toma de decisiones económicas.
Buena parte de las decisiones sobre el consumo en este periodo de crisis se explican por los efectos psicológicos sobre el individuo y la sociedad. Una pérdida de trabajo, ya sea propia o cercana, suele llevar en un primer momento a no querer asumir la realidad, para después convertir las posibles consecuencias en un foco de atención casi exclusivo, generalmente acompañado de las sensaciones de pérdida de control, tensión, miedo y estrés. El resultado respecto al consumo es que las decisiones se toman a muy corto plazo, lo que se conoce como efecto túnel. En su posible resolución aparece el conflicto, acompañado de la euforia (ya está resuelto) o el abatimiento (nunca se resolverá). El consumidor será mucho más prudente a la hora de comprar y consumir, y su principal finalidad será satisfacer sus necesidades más básicas e inmediatas, dejando para más adelante aquellas que de alguna manera se puedan relacionar con el lujo o lo superfluo.
¿Qué ocurre si se consigue un triunfo colectivo?
El triunfo colectivo se puede trasladar a la sociedad y a las decisiones económicas, pero con un impacto más o menos limitado dependiendo de la situación económica de arranque y de las decisiones que posteriormente se tomen. Los triunfos colectivos suelen conllevar un “efecto arrastre” que sucede cuando las personas hacen y creen ciertas cosas fundamentándose en el hecho de que muchas otras realizan o creen también eso mismo. La regla general es que las conductas o creencias se propagan entre la gente, como claramente sucede con las modas: «la probabilidad de que los individuos las adopten se incrementa con la proporción de quienes ya lo han hecho”. Mientras más gente llegue a creer en algo, otros también se subirán al carro sin importar las evidencias que haya detrás.
Un triunfo en situación de crisis, como el que consiguió España en el pasado Mundial de Sudáfrica, lleva a una situación de euforia o de mayor confianza que puede conducir a que se abandone temporalmente el pesimismo y se tomen ciertas decisiones de consumo que habían sido abandonadas, a la vez que se recupera la fe en las posibilidades sociales. Los efectos suelen ser de corto recorrido y deben apoyarse en otras medidas o estímulos; si no es así, existe el riesgo de acabar en el extremo contrario, en una mayor depresión económica. De poco sirve ganar un Mundial si en los siguientes meses se agrava una situación de desempleo o de decrecimiento económico. No hay que olvidar que si una sociedad en general está en una situación de efecto túnel, aumenta la prudencia y la responsabilidad, y disminuye la confianza del consumidor, quien busca soluciones aumentando la reflexión, es decir, la actividad cognitiva, por lo que las situaciones de euforia son temporales.
¿Qué pasa si la economía del ganador está en un buen momento?
El caso contrario ocurre si la beneficiada está ya en un momento de euforia económica, con situaciones y decisiones poco reflexivas, lo que puede generar o agravar una situación de burbuja. Un triunfo social puede “recalentar” la situación sin que haya estímulos a corto plazo para que la sociedad retorne a la prudencia. ¿Y que ocurre si el resultado es el fracaso? La reacción puede ser muy diferente dependiendo del punto en que se encuentre la sociedad. La eliminación de España parece no haber tenido un efecto “depresión”; nos sitúa en un punto más reflexivo en el que, por encima del “triunfo social”, se consideran otras variables más importantes, a la vez que las expectativas de arranque y ansiedad por el triunfo parecen ser inferiores. Por lo contrario, un éxito o fracaso del equipo anfitrión seguramente sí tendrá un impacto económico difícilmente medible a priori.
Antonio Gallardo, analista de iAhorro.com