A lo largo de nuestra vida las prioridades cambian. Cuando eres niño y te preguntan que qué esperas de la vida, sueles contestar algo parecido a “ser millonario o bombero”. Cosas que decimos al tuntún sin saber el verdadero alcance de nuestras palabras. Sin embargo, al crecer y madurar nos convertimos en bomberos, o en eso que al final nos da de comer (sea vocacional o no) y seguimos deseando ser millonarios, aunque sabemos a ciencia cierta que ese asunto se nos escapa un poco de las manos… Es en el momento de peinar canas (quien dice peinar, dice ocultar, teñir o cortar) cuando la cosa se pone irremediablemente seria. No tenemos más remedio que bajar el listón y de pedirle a la vida cosas más viables como, por ejemplo, un poco de estabilidad, en todos los sentidos, y un techo bajo el cual vivir.
La hipoteca y la decisión de tu vida: comprar una casa
Un día te levantas por la mañana, miras el despertador y ves que ya eres todo un adulto. ¡Zas! ¡Golpetazo de realidad para desayunar! A partir de entonces, lo normal es que nos pongamos a hacer cálculos y empecemos a preocuparnos por nuestro mañana. La vivienda, un bien básico para todos, es uno de los temas estrella que empezamos a contemplar.
Muchas personas prefieren vivir de alquiler. Es una opción, pero no asegura un lugar de residencia fijo para el resto de nuestros días. Porque… ¿qué pasará cuando nos jubilemos? ¿Podremos soportar las subidas de los precios? ¿Cuánto nos supondrá el alquiler en relación con la poca pensión que nos quedará, si es que a los de nuestra generación nos queda algo para entonces?
“¿Cuánto nos supondrá el alquiler en relación a la poca pensión que nos quedará, si es que nos queda algo para entonces?”
Estos interrogantes nos hacen plantearnos la posibilidad de invertir en una vivienda. Y ahí es cuando hay que tomar una de las decisiones más importantes de la vida: firmar una hipoteca con el banco. Tanto si quieres firmarla en pareja como en solitario, este hecho te vincula para muchos años con la entidad que adelanta por ti el dinero de la compra. Que te casas con el banco, vaya. Y la relación durará, como mínimo, unos 25 o 30 años. ¡Que vivan los novios!
A muchos les echa para atrás este hecho y continúan toda su vida de alquiler. Lo malo es que, a la larga, la casa en la que residen, esa que ya han hecho suya, jamás será de su propiedad (ni de ellos ni de sus hijos). Y todo el dinero aportado para el arrendamiento habrá sido a fondo perdido, cuando la misma cantidad podría haber servido para pagar esa misma vivienda, pero en propiedad.
¿Qué piso puedo pagarme pidiendo una hipoteca?
Esta pregunta es la que de verdad, citando a la mediática pitonisa Esperanza Gracia, nos inquieta, nos atormenta y nos perturba. Dado que ya resulta complicado llegar a fin de mes evitando los número rojos, la idea de pensar en tener que pagar una casa durante tanto tiempo nos roba la tranquilidad. ¡Normal! Desconfiamos al valorar si resulta factible, en nuestro caso, la solicitud de una hipoteca sin avales ni ataduras que lleguen perjudicar a terceros, sobre todo después de todas las desafortunadas historias sobre este tema que hemos conocido desde que empezó la crisis.
“La mejor manera de enfrentarse a una hipoteca es haciéndolo según nuestros ingresos reales”
Ciertamente, lo primero que hay que pensar antes de firmar una hipoteca es en ser honestos. La mejor manera de enfrentarse a un endeudamiento con el banco para pagar una hipoteca es a partir de nuestros ingresos reales. Si tienes un trabajo estable o unos ingresos más o menos fijos al mes, puedes calcular qué porcentaje podrías utilizar en el pago de la hipoteca, tal y como harías con un alquiler, con los simuladores de hipotecas. No te entrampes con avales que puedan comprometerte o pongan en peligro la economía de familiares o amigos. Recuerda que la hipoteca es tuya y no de los demás. De esta forma, vivirás más tranquilo y pagarás en función de lo que puedes pagar, sin que ello ponga en peligro tu subsistencia.
Las ventajas de comprar una vivienda ahora
El Euribor, esa palabra que tanto suena en las noticias y da mucho miedito a los que ya están pagando una hipoteca, se encuentra en un mínimo histórico. Eso quiere decir que estamos en un momento muy bueno para invertir en vivienda. Aprovechar esta situación hará que podamos beneficiarnos de condiciones ventajosas. No en vano, la firma de hipotecas durante 2016 se ha acelerado, consiguiendo reavivar el sector inmobiliario y propiciando la pluralidad de ofertas.
¿Quieres comprarte una casa pero no tienes ni idea de cómo elegir una que se ajuste a tus verdaderas posibilidades? ¿Te haces un lío con los tipos de interés de los préstamos hipotecarios? Entonces lo que necesitas es un buen asesor que despeje todas tus dudas y te ayude a dar el paso definitivo hacia tu objetivo: garantizarte una compra segura.