El concepto de ciclo, según la economía clásica, se define como “el conjunto de fenómenos económicos que se suceden en un periodo determinado y que se desarrollan en el sistema económico”. Según los diccionarios de Economía, “las fases que se suceden en cada ciclo son crisis, depresión, recuperación y auge; y todas reflejan las fluctuaciones de la actividad económica que se caracteriza por la expansión o la contracción de la producción en la mayoría de los sectores de la economía”. Según todos los expertos, estaríamos entrando en la fase de recuperación económica y sentando las bases de una nueva etapa de auge.
Los números parecen dar la razón a los optimistas. Sólo hay que echar un vistazo a las previsiones de los principales agentes y analistas económicos sobre el futuro más inmediato de la economía española para alinearse entre los que ven que la boca del túnel se ha quedado atrás. Según la Unión Europea, España crecerá un 2,3% en 2015, tres décimas más que lo previsto por el FMI. El PIB de la Eurozona, que cayó en 2012 y 2013, volvió el año pasado a los números verdes (0,9%) y las previsiones para 2015 son al alza (1,3%). Será la primera vez, desde 2008, que todos los países de la UE tengan cifras positivas en sus cuentas de Producto Interior Bruto.
“Los ciclos negativos de sectores o lugares concretos se compensan con los resultados de otros sectores y lugares”
Por lo tanto, este es un buen momento para Europa. Pero más allá de los ciclos, las contracciones, las crisis o los sobresaltos, hay dos máximas que marcan la marcha de la economía. La primera asegura que, a medio y largo plazo, los números siempre terminan creciendo. La segunda es que los ciclos negativos de partes, sectores o lugares geográficos concretos se compensan con los resultados de otros sectores y otros lugares. Valga como prueba de este hecho los datos del crecimiento del PIB global que aporta el FMI. En 2013, año negro para la economía europea, el PIB mundial creció el 3,3%, lo mismo que en 2014 (frente al 0,9% de Europa, por poner como ejemplo un dato cruzado).
Y ¿qué quiere decir esto? Pues es sencillo. Y para ilustrarlo vamos a utilizar otro término económico: el de cartera de inversiones diversificada. Según este concepto, una hipotética diversificación que abarque todos los activos de la economía mundial tendrá una cuenta de resultados idéntica al crecimiento del PIB mundial. Es decir, alguien que hubiera invertido de manera “perfecta” en todos y cada uno de los activos de la economía global habría logrado un 3,3% de rendimiento positivo en 2013 y 2014. Esto es, claro está, imposible, pero nos da las pistas sobre los mecanismos que los grandes inversores usan para poner a trabajar sus ahorros: una diversificación al máximo aprovechando los diferentes cambios de ciclo de la economía global.
“La diversificación es clave en el éxito de las inversiones”
Por eso, los Consultores de Banca Personal de Banco Mediolanum ponen a disposición de los ahorradores unos fondos de inversión que abarcan activos de empresas privadas y deuda pública de multitud de lugares del mundo: unos elaborados productos financieros que invierten en diferentes divisas, en distintos sectores, en empresas de todos los lugares del mundo. El equipo de más de 700 consultores de Banco Mediolanum está preparado para ofrecer a las familias las mejores opciones de inversión para las familias. La estrategia de la diversificación es clave en el éxito de las inversiones y la mejor opción para aprovechar las dinámicas positivas de la economía y minimizar, al mismo tiempo, los riesgos. Saber aprovechar los números es crucial.