¿Sabías que el 70% de los premiados con la Lotería de Navidad tiene menos dinero cinco años después de haberla ganado? Es un dato de la asociación European Financial Planning Association (EFPA) que nos lleva a una reflexión: cuando hablamos de dinero, ahorro o inversión, lo importante no es el cuánto, sino el cómo.
Hay aspectos que no suelen tenerse en cuenta, como la tributación a Hacienda si el premio supera los 40.000 euros. O que, si te toca el premio, lo cobras y después lo repartes entre familiares, estos tributarían por el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. O la simple alegría que nos puede llevar a malgastar o a tomar decisiones de inversión precipitadas.
Está claro que ganar la lotería no puede ser nuestro plan A, pero en caso de conseguirlo, deberíamos hacer un ejercicio de planificación financiera para establecer cuáles son nuestras prioridades y metas alcanzables.
No ahorra quien más tiene
Esto nos lleva a la reflexión de que, en el caso del ahorro, no lo hace mejor quien más tiene, sino quien lleva más tiempo haciéndolo y, sobre todo, quien sabe cómo ahorrar mejor, es decir, de manera planificada. Es la máxima sobre la capacidad de ahorro, un concepto sobre el que vale la pena detenerse.
Solo ahora, en plena pandemia del covid-19, la tasa anual se ha disparado hasta alcanzar en el segundo trimestre de 2020 el 31,1% de la renta disponible. Pero, históricamente, los niveles de ahorro de los españoles han sido mínimos. Y, nuevamente, no es el qué, sino el cómo.
“No ahorra mejor quien más tiene, sino quien lo hace durante más tiempo y, sobre todo, de manera planificada”
Dificultades para los jóvenes
Las generaciones más jóvenes apenas tienen el poder adquisitivo suficiente para costearse una vivienda. Los menores de 30 años deben destinar más del 90% de su sueldo para poder alquilar una vivienda solos (en ciudades como Madrid o Barcelona). Sus padres, sin embargo, a esa edad ya se habían comprado una casa y tenido (incluso) dos hijos.
Los tiempos cambian, las circunstancias cambian y las prioridades también, pero una cosa está clara: la necesidad de disponer de ahorro es algo que conecta y une a todas las generaciones, independientemente de para qué lo necesiten o inviertan.
¿Por qué es importante tener capacidad de ahorro?
Siempre que sea posible, ahorrar es clave. No solo para asegurar un ‘colchón’ de tranquilidad o para hacer frente a las posibles necesidades. La capacidad de ahorro es también el medio a nuestro alcance para cumplir metas y objetivos. No es solo tranquilidad, sino la certeza de que por delante nos espera una vida mejor y llena de posibilidades.
¿Cómo tener capacidad de ahorro en cada etapa vital?
La capacidad de ahorro no es una línea recta e inquebrantable, como tampoco lo es el poder adquisitivo y la estabilidad de cada etapa vital, un terreno muy heterogéneo y a menudo resbaladizo. Por eso es importante encontrar los motivos para ahorrar y aprovechar las ventajas que presenta cada etapa del llamado ciclo financiero de la vida y adaptar el ahorro a su potencial.
La capacidad de ahorro en la juventud
Cuando somos jóvenes, el ahorro se suele destinar a necesidades inmediatas (viajes, estudios, coche…) ligadas normalmente a las primeras experiencias laborales. El principal valor de esta etapa no es el poder adquisitivo, a todas luces menor que en las siguientes, sino el tiempo que hay por delante para seguir ‘el plan’. Destinar, por ejemplo, un 5% o un 10% al ahorro puede suponer una gran diferencia si se inicia desde edades tempranas.
La capacidad de ahorro en la vida adulta
Es el momento en el que acumulamos un mayor número de gastos: hipoteca, colegio, seguros, recibos… Sin embargo, es también la etapa en la que los ingresos puedan alcanzar las cotas más altas. Precisamente por eso, es el momento perfecto para destinar una mayor proporción de los ingresos al ahorro e inversión, eso sí, con una adecuada planificación y con el asesoramiento personalizado de un experto.
“Ahorrar no es guardar lo que queda (si es que queda algo) después de gastar, sino que es lo que apartamos antes de gastar”
La capacidad de ahorro en la madurez
Con la vida laboral ya completada, el margen de ahorro es muchísimo menor, a lo que hay que añadir que se consume más. Los ingresos dependerán de la pensión y las decisiones de ahorro que se hayan iniciado y consolidado en etapas anteriores que sirven de preparación para la jubilación. Recordemos que no es el final, sino el inicio de una etapa en la que por fin se puede disponer de lo que antes no se tenía: tiempo. Poder disfrutar de ese tiempo viene determinado por la capacidad de ahorro generada en etapas anteriores.
Ahorrar antes de gastar
Convertir el ahorro en un hábito es clave. Ahorrar no es guardar lo que queda (si es que queda algo) después de gastar, sino que es lo que apartamos antes de gastar. Un recibo más, el recibo del ahorro, que incluimos entre los gastos de cada mes: desde la hipoteca o el alquiler hasta la luz, el gas, el agua, los colegios…
Si no controlamos el gasto (todos los gastos)
La pandemia ha variado algunos de nuestros hábitos y, en consecuencia, algunos gastos (por ejemplo, las salidas a restaurantes, bares, etc.) mientras que ha hecho aumentar otro tipo de necesidades (alimentación, gastos sanitarios, etc.)
Debemos tener esto en cuenta para asegurar un ahorro sostenido en el tiempo y a medida de nuestras posibilidades.
Por eso es tan importante contar con el acompañamiento de un Family Banker que nos ayude a analizar nuestra capacidad real y a trazar un plan de ahorro personalizado que se adapte a cada ritmo de vida a lo largo de los años y no al revés. Porque ‘el hábito no hace al monje’, pero sí al ahorrador.