Warren Buffett está considerado el mayor inversor de todos los tiempos, con una fortuna estimada de 84.600 millones de dólares, lo que le sitúa, según la lista Forbes, como la tercera fortuna mundial por detrás de Jeff Bezos (Amazon) y Bill Gates (Microsoft). A los 88 años, puede presumir de una dilatada experiencia en el campo de las inversiones. Repasemos su biografía y su filosofía de inversión.
La primera vez que Warren Buffett se acercó a los mercados financieros para comprar acciones fue con tan solo once años (en 1941). Adquirió tres acciones para él y otras tres para su hermana de la compañía de la empresa Cities Servicies a un precio de 38,25 dólares cada una. Tras hacerse con ellas, estas cayeron a 27 dólares para después subir a los 40 dólares. En ese momento se apresuró a vender, justo antes de que el valor de las acciones se disparara hasta los 200 dólares. En ese momento aprendió una gran lección: la paciencia es una gran virtud cuando hablamos de invertir.
Una carrera prometedora
Con trece años ganó su primer sueldo repartiendo periódicos en Washington, aunque también vendía suscripciones y calendarios, con lo que ingresaba 175 dólares mensuales. A los 15 años había ahorrado 2.000 dólares, que invirtió 1.200 en dieciséis hectáreas de tierras de cultivo junto con un granjero de Nebraska, con el que llegó a un acuerdo para repartirse los beneficios.
Su siguiente aventura empresarial llegó a los 17 años. Se asoció a un amigo del instituto para comprar una máquina de pinball usada por 25 dólares, que luego colocaron en la peluquería local. Poco a poco el negocio prosperó y adquirieron varias máquinas más que instalaron en diferentes peluquerías de Omaha, con las que ganaban 25 dólares a la semana. Finalmente vendieron el negocio a un veterano de guerra por 1.200 dólares.
El punto de inflexión: Benjamin Graham
El primer traspié de Warren Buffett llegó en 1950, cuando la Harvard Business School le rechazó. Lejos de derrumbarse, ingresó en la Columbia Business School cuando se enteró que dos de sus profesores eran los reputados analistas Benjamin Graham y David Dodd. Esto le cambió la vida. Con tan solo diecinueve años, Buffett quedó fascinado por la filosofía del value investing que Graham describía en su libro El inversor inteligente. De hecho, en palabras de Buffett: “No solo cambió mi filosofía de inversión, sino que realmente cambió toda mi vida. Sería una persona diferente y estaría en un lugar diferente si no hubiera leído ese libro. Tengo una base de la filosofía de inversión que realmente no ha cambiado desde que lo hice».
Después de graduarse, Warren regresó brevemente a Omaha, su estado de nacimiento, y estudió el arte de comunicar en público mientras enseñaba a invertir en la Universidad de Nebraska. No sería hasta 1954 cuando maestro y mentor, Benjamin Graham, le ofreció la posibilidad de trabajar junto a él como analista. En 1956, Buffett ya había adquirido su primera casa, en la que vivía junto con su esposa y su hija, y tenía 174.000 dólares en ahorros, lo que equivaldría más de un millón de dólares de hoy en día.
Buffet crea su propio sello
Antes de invertir en una empresa, Buffett se interesaba por su funcionamiento y buscaba un elemento diferenciador, una ventaja competitiva que permitiera a la compañía analizada sobresalir en sus resultados y mantener sus elevados márgenes en el largo plazo. Si Graham focalizaba su análisis en los números, Buffett ensanchaba miras y se interesaba por cómo se administraba la empresa.
Pero hay un momento de todo aprendiz en que decide volar lejos de su maestro. Y, en 1956, Warren Buffett reunió a siete socios para crear Buffett Associates y gestionar cerca de 300.000 dólares en capital. Su filosofía de inversión le llevó a que en los siguientes diez años lograra una rentabilidad acumulada del 1.156%, mientras que el índice Dow Jones subió un 123%, todo un éxito.
Rumbo hacia una sociedad de inversiones
A pesar de la fantástica rentabilidad acumulada en estos años, en 1962, Warren Buffett hizo la que llamó su peor adquisición, la empresa textil Berkshire Hathaway. Como creía que el principal problema era su liderazgo, fue adquiriendo acciones hasta forzar el cambio de directiva. A pesar de ello, la empresa seguía perdiendo dinero.
Cuando pasó a estar al frente de ella, Buffett decidió dar un cambio al enfoque corporativo, y la diseñó como una sociedad de inversiones para adquirir otras empresas. Entre las grandes inversiones iniciales destacó el sector asegurador, cuyos buenos flujos de caja le permitieron seguir invirtiendo en nuevas adquisiciones. Así se convirtió en un gigante, con una capitalización de 500.000 millones de dólares. Para alcanzar esa cifra, en las últimas décadas ha ido adquiriendo acciones de empresas con ventajas competitivas duraderas como Coca-Cola, Moody’s, American Express, The Washington Post, Wells Fargo, Kraft-Heinz y su principal posición actualmente en cartera, Apple.
Su estrategia de inversión no puede ser más simple: comprar y mantener buenos negocios en cartera. Lo más curioso de su historia es que el gran éxito le llegó después de cumplir los 60 años. A los 59 años poseía un patrimonio valorado en 3.800 millones de dólares, una cifra que representa el 4,50% de su riqueza actual. Una prueba de que la fuerza del interés compuesto en el largo plazo no ha dejado de proporcionarle alegrías a lo largo de su vida.
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