Cuando gestionamos nuestra cartera, al igual que cuando cocinamos, disponemos de una gran diversidad de alimentos a nuestro alcance. Todos sabemos que es mucho mejor una buena dieta mediterránea, variada y equilibrada, que una ingesta abusiva de un solo tipo de comida. Tampoco es bueno dedicarnos en exclusiva a comer el alimento más sano del mundo que haríamos para mantener una dieta saludable, la clave de una inversión equilibrada es saber diversificar.
A la hora de componer nuestra cartera tenemos productos y activos muy diferentes, con unas características y propiedades específicas, una exposición a distintas formas de obtener rentabilidades y unos riesgos concretos. Al igual que nadie engulliría una hamburguesa todos los días para comer y cenar, tampoco deberíamos tener en nuestra cartera solo un tipo de activo. Nuestra cartera se debería ‘cocinar’ con la máxima diversidad de activos disponibles, según nuestros gustos y necesidades.
Los 5 ‘nutrientes’ esenciales de la diversificación
La diversificación es un concepto clave en las estrategias de inversión, consistente en combinar en las carteras distintos productos existentes en los mercados, en las proporciones que mejor se adapten al perfil de riesgo y los objetivos de cada persona. Siguiendo la comparativa, si en la alimentación saludable existen 5 nutrientes básicos, en la diversificación para nuestras inversiones podemos destacar 5 propiedades esenciales:
1. Proporcionan variadas fuentes de rentabilidad
Existen incontables destinos posibles para nuestro dinero. Aunque se suelen agrupar en grandes categorías generales, en realidad el desglose puede ser casi infinito, tanto por áreas geográficas como por sectores o tipologías de riesgo. Una cartera bien diversificada nos expondrá a diversas vías de rentabilidad, las cuales nos perderíamos si solo nos fijáramos en uno o dos activos concretos. Cada una, además, cuenta con unas características especiales que enriquecen el conjunto.
2. Nos evitan caer en sesgos de cercanía
Muchas veces, los inversores tienden a centrarse en lo cercano, en lo que conocen. Así, muchos españoles tienen la mayor parte de su cartera en acciones de grandes empresas del Ibex, lo que acaba suponiendo una excesiva exposición a un tipo de negocio o sector. Con un mínimo de diversificación, por básica que sea, reduciremos que este sesgo acabe teniendo efectos perjudiciales.
3. Ayudan a conseguir estabilidad
Los diferentes productos y estilos de inversión suelen sufrir fases de grandes caídas a lo largo del tiempo, y generan emociones que llevan al inversor a tomar decisiones fatídicas, como vender en el punto más bajo y, al revés, comprar en el más alto. La euforia nos puede llevar a subidas espectaculares en nuestra cartera, ante las cuales corremos el riesgo de tomar una exposición excesiva y comprar cuando todo está caro.
Una cartera diversificada nos protege de esta aleatoriedad provocada por las emociones. El exceso de euforia en un activo queda protegido por los movimientos más suaves en otros. Esto redunda en una mayor estabilidad para nuestro dinero y un menor riesgo de tomar decisiones equivocadas.
4. Permiten una mayor supervivencia
Siempre se cuela alguna manzana podrida en nuestras inversiones. El riesgo de perder todo nuestro dinero en una inversión siempre estará presente por diversos motivos que escapan a nuestro control. Muchos inversores lo han experimentado este año en España con el caso de Banco Popular, cuyas acciones pasaron a valer cero de un día para otro.
La diferencia se ve si imaginamos lo que habría pasado si hubiésemos tenido las acciones de Banco Popular a través de un fondo, que, por ley, solo puede tener como máximo un 10% en una compañía. Aun equivocándose el gestor y teniendo el banco caído como principal posición, la pérdida se habría limitado a ese 10%. Los errores ocurren en los mercados y lo mejor es asegurarnos que, incluso incurriendo en uno de ellos, nuestra cartera pueda sobreponerse.
5. Nos hacen permanecer cautos
Diversificar es lo opuesto a buscar pelotazos. Es aceptar que nuestro conocimiento es limitado y no somos capaces de prever en cada momento el activo que se va a comportar mejor en los meses siguientes. Si ni siquiera las entidades de análisis económico son capaces de acertar con las cifras más básicas de crecimiento económico, ¿cómo vamos a jugarnos nuestro dinero a captar la tendencia adecuada en unos mercados concretos?
Por eso, tiene sentido estructurar nuestra cartera de modo que la exposición a las distintas vías de conseguir rentabilidad y sus riesgos tengan la menor dependencia posible de los aciertos o errores en nuestras perspectivas sobre el futuro.
¿Cuál es la mejor forma de diversificar nuestras inversiones?
Todas estas propiedades reflejan la conveniencia de realizar una buena diversificación con nuestras inversiones. Lo que quizá no resulta tan sencillo es saber hacerla bien… Y es que la forma de diversificar no tiene que ser la misma para todo el mundo, pues debería ajustarse al perfil y las necesidades de cada ahorrador.
Así como con la comida no dará el mismo resultado una dieta genérica que una específica para nuestro metabolismo, no puede ser igual una cartera para una persona que necesita asegurarse un cierto nivel de vida al llegar a la jubilación que para un joven que está obteniendo sus primeros ahorros. Si al hacer dieta sería conveniente contar con un nutricionista que estudie nuestro cuerpo y nuestros objetivos de pérdida de peso, para que nuestros ahorros gocen de buena salud es crucial confiar en la figura del asesor financiero. Este profesional nos ayudará tanto a pensar y definir mejor nuestras necesidades, como nos mostrará la mejor forma de plasmar nuestras ideas de inversión.
Ha llegado el momento de poner en práctica la estrategia que le dará una vida muy saludable a tus ahorros. ¿A qué esperas para alcanzar tus metas diversificando tus inversiones?
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