Análisis de la segunda parte de la reforma de las pensiones según Diego Valero

Hace unos veinte meses escribí el primer episodio de esta trama y les prometí una continuación que hoy les traigo, y que espero sea la definitiva, al menos durante unos cuantos años. Aunque ustedes, como lectores avezados que son, saben muy bien que esto no acaba nunca, ya que las reformas de pensiones tienen que ser permanentes, pues la sociedad cambia constantemente y el traje que nos tejemos para nuestro retiro se tiene que ir actualizando siempre.

La noticia es que la reforma ya se aprobó, y que no hemos quemado las calles, como está pasando en la vecina Francia. Porque los más descontentos con el rol que les ha asignado el director son los empresarios, que, de momento, no suelen protestar lanzándose a las calles con pancartas y silbatos.

Y es que de las tres vías que hay para reformar un sistema de pensiones de reparto, como el nuestro (recuerden: cobramos menos, nos jubilamos más tarde o pagamos más), la que se lleva la calabaza Ruperta del Un, dos, tres es, precisamente, que pagamos más (y en especial, las empresas, que asumen más del 80% del coste de la Seguridad Social). Pero no hagamos flashforward (o prolepsis, como diría un profe de Lengua), y sigamos secuencialmente.

Las novedades en la reforma de las pensiones

La reforma se divide en tres actos: 

  • El primero es que cambia la fórmula de cálculo de las pensiones: se contarán los últimos 29 años (pudiendo descartar los dos peores; transitoriamente, podremos elegir si con los 25 actuales la pensión es mayor). Efecto real de esto: a corto plazo, ninguno. Lo que hace es preparar el terreno para cuando dentro de unos años haya una versión director’s cut, en la que se seguirán aumentando los años para llegar a toda la vida laboral; dicho de paso, lo más habitual en nuestro entorno y lo más razonable.
  • El segundo acto presenta un cierto aumento de las pensiones, sobre todo en las pensiones mínimas, que irán subiendo de forma gradual hasta alcanzar el 60% de la renta mediana (cerca de 16.500 euros anuales) en cuatro años, desde los 12-13.000 en que están hoy. ¿Y esto se consigue cómo? Pues, entrando en el tercer acto, con un aumento de las cotizaciones. Este incremento tiene, a su vez, tres partes: una cuota de solidaridad, para las personas que tienen salarios superiores a la base máxima de cotización, unos 54.000 euros. Así, todos aquellos que cobren más de 54.000 euros al año van a contribuir con esa cuota, que se aplica sobre la diferencia del salario real y la base máxima de cotización, que empieza por un 1% y que llegará al 6% en 2045. Como ven, muy gradual. Si una persona cobra, digamos, 60.000 euros, su contribución inicial será de 600 euros al año y llegará a 3.600 en 2045. Claro, si usted tiene un salario de un millón de euros, tendrá que aportar 10.000 euros al año para las pensiones mínimas, 60.000 en 2045. De todas formas, se estima que del total de personas que trabajan en España, esto puede afectar aproximadamente a un millón. La segunda medida de subida de cotizaciones se aplica también a las personas que están en la base máxima de cotización, a través de lo que se llama un “destope” limitado, pues esa base máxima aumentará cada año con la inflación más un 1,2%. 
  • Y la tercera es general, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional, que se creó a raíz de la primera parte de la reforma y que se constituye como una aportación finalista para redotar el fondo de reserva; es también de un 1,2%. La distribución de todos estos costes es siempre en la misma proporción que antes comentábamos entre empleadores y empleados.

“Por primera vez, la reforma persigue el equilibrio aumentando los ingresos, no reduciendo los gastos, y haciendo pagar más a los que más ganan.”

La crítica a esta película no es unánime. Los que tienen que pagar más se quejan, y auguran malos tiempos para la competitividad y el empleo. Los que ven asegurada o mejorada su pensión, pues disfrutan felices de las palomitas en la sala (o deberían, el problema es que les han contado que iban a ver una peli de miedo, y aunque no lo sea, se les atragantan las palomitas)

Solo un dato adicional para que aplaudan o pataleen con los títulos de crédito: esta es la primera reforma de las muchas que ha habido en España donde el guión ha sido auténticamente original. No sé si mejor o peor que otros, pero sí diferente. Por primera vez, la reforma persigue el equilibrio aumentando los ingresos, no reduciendo los gastos, y haciendo pagar más a los que más ganan. Los extras de esta película, todos esos que van a acabar pagando más, están sobre todo en sectores señalados en la actualidad: banca y eléctricas. También son las que, en proporción al número de trabajadores que tienen, pagan más altos salarios.

Diego Valero

Presidente Novaster

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