Lecciones inversoras aprendidas de los últimos cisnes negros en economía
Mientras los mercados permanecían en este arranque de año pendientes del impacto de las decisiones de Donald Trump en
cuanto a aranceles, fiscalidad e inmigración tras asumir la presidencia de Estados Unidos, nadie esperaba la entrada en escena de un elemento que amenazaba el statu quo del negocio de la IA, cuyas expectativas han cimentado buena parte del último rally bursátil en Wall Street. 

Llegó por sorpresa. Por eso asustó y provocó lo que a la postre demostró ser una sobrerreacción de los inversores. La irrupción de DeepSeek, startup china de inteligencia artificial (IA) que rivaliza con gigantes occidentales como OpenAI (Chat GPT) a mucho menor coste, desató a finales de enero un vendaval de ventas de acciones de Nvidia, que se desplomó un 17% en una sola jornada, y de otras grandes compañías tecnológicas. 

El episodio recordó que un eventual efecto bola de nieve puede borrar de un plumazo la confianza de los inversores y desencadenar una corrección de calado. El temporal amainó pronto, pero dejó el mensaje de aprovechar las caídas para comprar a mejores precios.

Qué es un cisne negro y por qué impacta en las inversiones

En este caso, este impacto imprevisible y extremo fue de pequeña escala y rápidamente corregido, pero sirve para tener presente que algunos acontecimientos sobrevenidos pueden provocar giros drásticos en la marcha de los mercados y de la economía. Esto es un cisne negro: un impacto de lo altamente improbable, concepto desarrollado por el filósofo e investigador Nassim Taleb, quien señala que, una vez ocurrido, las personas intentan razonarlo como algo que podría haberse previsto. 

Lo cierto es que, por su propia naturaleza, los cisnes negros en economía no pueden prevenirse a priori. Sin embargo, ser conscientes de su posible acontecer puede facilitar el manejo de las inversiones, capeando mejor los riesgos y aprovechando las oportunidades en los escenarios de pánico que viven las bolsas cuando acaban por materializarse. 

5 cisnes negros de la reciente historia financiera

Hagamos un recorrido por los cisnes negros que han impactado de forma imprevisible en los mercados en los últimos 20 años y las lecciones inversoras aprendidas.

La crisis financiera de 2008 

El primer cisne negro de la reciente historia financiera que afectó de lleno y prolongadamente a los mercados mundiales fue la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 a causa de las hipotecas basura (subprime), convertidas en productos especulativos que escondían un alto riesgo y cuyo desplome derivó en una crisis sistémica sin precedentes.

Durante un año y medio, las bolsas cayeron, con pérdidas que redujeron el valor global de las acciones a menos de la mitad. El S&P 500, el índice bursátil más seguido por los inversores, tocó suelo en marzo de 2009. Pero, con el pesimismo extremo y la economía mundial dirigiéndose a la recesión, no era fácil verlo. Quienes apostaron en ese momento porque el retroceso tenía que estar llegando a su fin, sin esperar una certeza que nunca está asegurada en los mercados, se subieron a una vuelta alcista de la bolsa estadounidense que se prolongó hasta el impacto de otro cisne negro: el covid-19. 

Crisis de deuda del euro (2010)

La crisis financiera derivó en la llamada Gran Recesión, que acentuó los desequilibrios económicos que arrastraban algunos países de la zona euro con altos niveles de deuda pública y privada. El rescate de algunos bancos por parte de los gobiernos nacionales puso en severos aprietos a Grecia, España, Italia e Irlanda, con sus primas de riesgo en niveles extremos. La deuda pública de estos países tenía altas probabilidades de impago, por lo que los inversores empezaron a exigir un alto precio para comprarla. Las lecciones aprendidas por este cisne negro son la mayor cautela y exigencia a la hora de medir el binomio rentabilidad/riesgo.

Brexit (2016)

Nadie se esperaba el triunfo del sí a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Los mercados bursátiles lo pusieron de manifiesto con retrocesos en una sola jornada que, en algunos parqués, superaron los dos dígitos y, en algunas empresas, más del 20%. Más allá de estas caídas aprovechadas por los inversores largoplacistas, la focalización en un solo país de este cisne negro demuestra la importancia de diversificar las inversiones a nivel geográfico, sectorial y por activos.

Pandemia del covid-19 (2020)

El colapso provocado por la pandemia causó descensos medios de los mercados del 40% en solo dos meses. Después, la volatilidad de las bolsas fue la nota dominante hasta que los anuncios de las primeras vacunas efectivas contra el coronavirus fueron restaurando la confianza. El mercado brindó muchas oportunidades para comprar valores a precios de ganga con la perspectiva de que tendrían que recuperarse tarde o temprano de un desplome causado por unas circunstancias excepcionales y ajenas que acabarían superándose. 

Guerra en Ucrania (2022)

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, el último cisne negro, las pérdidas en las bolsas no llegaron en ningún momento al 20% que marca el umbral de entrada en un mercado bajista, pero los precios de los combustibles y de la energía se dispararon, e impulsaron aún más una inflación ya acelerada como consecuencia de los estímulos monetarios puestos en marcha para paliar la crisis de la pandemia, el tirón de la demanda tras los desconfinamientos y los problemas con la cadena de suministros mundial. 

La respuesta de los bancos centrales fue un proceso de rápidas subidas de los tipos de interés que provocó el derrumbe de los activos de renta fija. El año 2022 se convirtió en su peor año de la historia. Sirvió de recordatorio de que con la renta fija también se puede perder dinero.

La volatilidad: un gran aliado para los fondos de inversión

Como se puede ver, los cisnes negros provocan grandes correcciones y volatilidad de los mercados tras su paso, pero a la vez pueden ser oportunidades para invertir en empresas con potencial crecimiento al alza con el paso del tiempo. Los mercados tienden a reconocer el verdadero valor de los activos, pero para optar a ello hay que tener paciencia, invertir con un horizonte de largo plazo y dejarse acompañar por un asesor financiero.

Contar con la orientación de un profesional es clave para invertir según el perfil y los objetivos de cada inversor, tratando de aprovechar las opciones que afloran en cada fase de los mercados.

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