¡Para qué engañarnos! Las cuentas para asegurar las pensiones no salen. La lenta recuperación económica y la creación de empleo no son suficientes para compensar la evolución demográfica, sobre todo si tenemos en cuenta que la esperanza de vida es cada vez mayor. Por esto la remuneración del ahorro a través de la inversión parece la única solución verdaderamente rentable.
Con todos los supuestos encima de la mesa, el escenario actual, si se mantiene, provocará una pérdida del poder adquisitivo de las pensiones en un 1,75% cada año. Y aquí entra una nueva variable: el tiempo. La más importante, porque juega a favor o en contra, especialmente si se opta por no hacer nada y se confía el retiro únicamente a la pensión pública. Esta opción implica llegar a los 72 años sin poder mantener nuestro nivel de vida. O combinando la jubilación con algún tipo de trabajo parcial para apuntalar los ingresos, si se acaba permitiendo y extendiendo esta práctica, tal como ocurre en los países donde la pensión pública no es suficiente.
La jubilación y la regla del 72
El 72 no es un número escogido al azar, ya que una ciencia tan exacta como las matemáticas arroja ciertas curiosidades, como la regla del 72. Este es el número que, dividido por una rentabilidad anualizada, determina la cantidad de años para duplicar una inversión inicial. Para un ahorro en cuentas remuneradas o depósitos con un retorno del 1% —ahora mismo tienen rentabilidades inferiores a esta cifra— se necesita toda una vida para doblar el capital. ¡Más de siete décadas! Mientras que un rendimiento anualizado del 10% permite duplicar la inversión en 7,2 años y con un 5% en 14,4 años. Qué diferencia, ¿verdad?
“Si optamos por no hacer nada es probable que lleguemos a los 72 años sin poder mantener nuestro nivel de vida…”
¿Y a qué se debe ese “milagro”? Al interés compuesto, que amplifica el efecto del retorno conseguido con las inversiones a lo largo del tiempo. Ya sea mediante una inversión inicial o con aportaciones periódicas, el interés compuesto abre una brecha entre los que se preocupan en obtener remuneraciones con su ahorro y los que no. Por ello, el tiempo obliga a los que rechazaron invertir a disponer de importantes esfuerzos de ahorro para compensar la caída constante del poder adquisitivo de los pensionistas. En cambio, la inversión puede ser la clave para tener una jubilación tranquila. Pase lo que pase con el sistema de pensiones.
La inversión a largo plazo: la mejor previsión para el futuro
Para casi todos los bolsillos, siempre hay espacio para el ahorro. Especialmente si el espíritu previsor e inversor nace pronto. Por ejemplo, una aportación de 50 euros mensuales desde los 30 años en una vida laboral de 37 años hasta los 67 (fecha de jubilación establecida desde 2019), con una rentabilidad anualizada del 5%, permitiría alcanzar los 68.000 euros. Si las aportaciones son de 100 euros mensuales, la cifra alcanzaría los 136.000 euros a los 67. Con estos cálculos queda patente que añadir la inversión a la posible pensión pública que obtengamos en el futuro es trabajar desde hoy por obtener la tranquilidad durante la jubilación. En caso de no invertir, de dejar nuestro ahorro debajo del colchón sin ponerlo a trabajar, la cantidad mensual necesaria para llegar hasta los mismos números es de 150 euros y de casi 300 euros respectivamente.
“Te demostramos cómo la inversión a largo plazo es la mejor previsión para el futuro”Sin embargo, según datos de la asociación de gestoras Inverco, el perfil del inversor de fondos en España tiene una edad media de entre 51 y 53 años. Si el periodo de ahorro e inversión se reduce a solo dos décadas, el esfuerzo debe ser mayor, ya que hay menos tiempo para que el interés compuesto entre en juego. Con este ejemplo, se necesitarían más de 160 euros mensuales para, con una rentabilidad anualizada del 5%, alcanzar los 68.000 euros a los 67 para alguien que comience a ahorrar con cerca de 50 años de cara al retiro, teniendo únicamente 20 años para ello. Y para alcanzar los 136.000 euros, ¡el esfuerzo superaría los 320 euros! Eso sí, el pellizco necesario sin inversión se dispara: hasta los 284 euros si se quiere alcanzar los 68.000 euros y de 575 euros con la meta de 138.000 euros.
Los números, con cualquier ejemplo de rentabilidad o edad, permiten llevar a la misma conclusión: con inversión a largo plazo, el esfuerzo necesario para complementar la pensión se reduce claramente. Y cuanto antes se aprenda la lección, ¡más tranquila será nuestra jubilación!