Justo en un momento en el que el BCE ha dado luz verde al proyecto que investiga la posibilidad de crear un euro digital. Justo en pleno boom del pago electrónico. Justo en plena fiebre de los criptoactivos, vale la pena repasar la historia del dinero que llevamos en los bolsillos desde que el humano tiene memoria.
¿Qué ha sido de la moneda y qué ha ocurrido con los diferentes métodos de pago a lo largo de la historia?
Sal, monedas, tarjetas de plástico, euro digital… A lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido distintos métodos de pago que definen la evolución de las distintas civilizaciones. Estos son algunos ejemplos.
La sal como método de pago
La sal fue muy apreciada por los egipcios, y un método de intercambio de esclavos en la antigua Grecia. También tuvo gran protagonismo durante el Imperio Romano dando nombre a rutas comerciales de la denominada Vía Salaria, y se dice que el término salario proviene de la cantidad de sal que se les otorgaba a los legionarios romanos como parte del pago por sus servicios en el ejército.
Incluso Hans Ulrich Vogel, catedrático de historia china de la universidad alemana de Tübingen, afirma que Marco Polo dio fe del uso de la sal en la provincia de Yunnan y que fue un método de intercambio por oro en el Tíbet. Incluso en Etiopía se mantuvo la costumbre de pagar con barras de sal de medio kilo hasta principios del siglo XX.
Historia de la moneda: ¿cuáles fueron las primeras en conocerse?
Si repasamos la historia de la moneda, encontramos que las primeras proceden del pequeño reino helénico de Lidia, que hoy ocuparía tres provincias turcas y ciudades como Troya, Éfeso o Mileto. A partir de entonces, durante el primer milenio antes de Cristo, su uso no tardó en extenderse por toda Europa gracias a grandes potencias como el Imperio Romano.
Nuestro romance con las monedas se interrumpió durante la Alta Edad Media, desde el siglo V al siglo XXII después de Cristo, y lo hizo porque la población prefería los metales preciosos. Más adelante, la tendencia volvió a cambiar con las nuevas necesidades urbanas, la centralización de la emisión monetaria en el soberano y al descubrimiento de nuevas minas de oro y plata sobre todo en América.
¿Cuándo aparecen los primeros billetes de la historia?
Fue en el siglo XVIII cuando surgieron los primeros billetes en Europa. En un primer momento, no eran otra cosa que títulos de crédito que emitían los bancos contra sus depósitos en oro e incluso contra extensiones de tierra. Eran, muchas veces, una inversión de alto riesgo, porque las entidades emitían más títulos de los que podían respaldar con sus metales preciosos y se utilizaban para financiar operaciones de resultado tan incierto como la guerra de la independencia americana o la revolución francesa.
“Sal, monedas, tarjetas de plástico, euro digital… A lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido distintos métodos de pago que definen la evolución de las distintas civilizaciones”
En la segunda mitad del siglo XIX, Londres transformó al Banco de Inglaterra en el prestamista de última instancia de las entidades con problemas y en el único que podía emitir billetes, que serían oficiales y estarían respaldados por oro o por deuda pública. Éste fue el momento en el que nacieron los billetes más o menos como los conocemos hoy y en el que el dinero físico empezó a convertirse para la mayoría también en unos apuntes en cuenta (inmateriales) que custodiaban los bancos.
La eclosión del patrón oro
El patrón oro, es decir, la idea de que el valor de las monedas nacionales debía ser proporcional al oro que poseyeran los países, rigió las relaciones comerciales occidentales desde el siglo XIX hasta que sufrió un golpe terrible con la I Guerra Mundial, y otro más con la dentellada de la hiperinflación alemana o el estallido de la Gran Depresión.
En los años treinta y cuarenta, comenzaron a popularizarse los fondos de garantía de depósitos que protegerían los ahorros de los clientes ante el colapso de sus entidades.
En las dos décadas posteriores al final de la II Guerra Mundial, y gracias al liderazgo de Estados Unidos, se impuso de nuevo el patrón oro y, curiosamente, el dólar empezó a reemplazarlo como el ‘metal precioso’ de referencia. Era la moneda con la que se medían todas las monedas.
Nueva era: la tarjeta de crédito a la digitalización del dinero
En los años setenta, saltó definitivamente por los aires el patrón oro, momento cuando lo abandonó Estados Unidos. A partir de ahí, las monedas y los billetes dejaron de tener relación con los metales preciosos y se abrió el período que continúa hasta hoy. También fue entonces cuando se instaló el primer cajero automático en Londres y el Diners Club americano introdujo la primera tarjeta de crédito (el famoso dinero de plástico).
Además, la revolución informática dio sus primeros pasos y uno de ellos fue convertir los viejos apuntes en cuenta de papel a apuntes digitales. Había nacido el dinero electrónico.
“¿Vamos a abandonar las monedas físicas después de haberlas utilizado durante más de 2.000 años? ¡Veremos!”
Durante las últimas décadas, esa ‘digitalización’ del dinero se ha visto impulsada en los países desarrollados con la universalización de internet, la irrupción de la banca online, la enorme penetración de los smartphones y el uso, cada vez mayor, de las apps de los teléfonos móviles como medios de pago. Desde 2019, los usuarios de Bizum, la solución de pago por móvil de la banca española, han pasado rel=”nofollow” de seis a quince millones de personas. En los primeros nueve meses del año pasado, el valor de las compras por internet españolas superó rel=”nofollow” los 36.000 millones de euros.
La irrupción de los criptoactivos y las monedas digitales
Llevamos un tiempo viviendo el ocaso del efectivo, pero nos quedaba por ver la última vuelta de tuerca. Hablamos de la irrupción de las monedas digitales (por ejemplo, rel=”nofollow” la e-Krona sueca, respaldada por su banco central) y los criptoactivos (como Bitcoin).
Si antes la digitalización del dinero había consistido sobre todo en la digitalización de los apuntes en cuenta, ahora resulta que las monedas digitales quieren darnos la posibilidad de tener efectivo de verdad (y no solo apuntes) en unos monederos virtuales muy similares a nuestras carteras físicas, pero instalados en nuestros ordenadores y dispositivos móviles en vez de nuestros bolsillos.
¿Significa todo eso que nos encontramos ante la muerte inminente de los billetes y monedas de toda la vida? Lo mismo se dijo del impulso combinado de las tarjetas de crédito y débito y la banca online, y lo cierto es que décadas después, el efectivo físico sigue utilizándose con fuerza en Europa.
Por otro lado, esta segunda revolución digital del efectivo todavía es muy incipiente. Las grandes monedas digitales (dólar, euro, yen, libra esterlina y yuan) se encuentran en fase experimental.
Por su parte, las criptoactivos privados aún no están preparadas para ser medios de pago prácticamente universales, porque su regulación sigue definiéndose, carecen de suficiente liquidez, son muy volátiles y los analistas no se ponen de acuerdo sobre cómo valorarlas.
Al mismo tiempo, cada vez nos preocupa más nuestra privacidad en internet y mucha gente opta por el efectivo de toda la vida. ¿Vamos a abandonar las monedas físicas después de haberlas utilizado durante más de 2.000 años? ¿Preferiremos la comodidad del euro digital a la privacidad de las monedas que todavía tintinean en nuestros bolsillos? ¡Veremos!