viabilidad del sistema de pensiones públicas

Aunque es un tema que siempre está sobre la mesa, últimamente el debate sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones público en España se ha acentuado. Sin entrar a valorar las posibles soluciones para garantizarlo, queremos hacer un poco de pedagogía para explicar por qué se duda sobre su viabilidad y para destacar la importancia, en este sentido, de concienciarnos sobre ahorrar para tener un dinero del cual hacer uso cuando disfrutemos de nuestra edad dorada.

Pensiones: información básica

¿Qué es esto de la pensión? Es el dinero que el Estado nos da una vez que alcanzamos la tercera edad. Todos los que trabajamos tenemos derecho a ella y hay dos tipos: las contributivas (las que perciben las personas que han trabajado —es decir, cotizado— a lo largo de su vida) y las no contributivas (las que perciben quienes que no han cotizado lo suficiente o sufren algún tipo de carencia). Hoy nos centraremos en las primeras.

La pregunta es: ¿cuánto voy a percibir? La respuesta no es nada sencilla. De no poner en la práctica otro modelo, todo indica que la cuantía será cada vez menor. Si bien es cierto que a más años cotizados y a mayor sueldo, el importe será más elevado, actualmente la pensión mínima se sitúa en los 788,90 €, con cónyuge a cargo, y la máxima en 2.580,13 €, lo que viene a suponer el 80% del último sueldo percibido (tasa de reemplazo). Un porcentaje de cobertura alto, si lo comparamos con la media de los países de la OCDE, situada en el 63%.

¿Cómo se calculan las pensiones?

A pesar de lo anterior, hay otros elementos que entran en juego a la hora de calcular las pensiones. Por ello, debemos hacernos otra pregunta: ¿de dónde sale el dinero para pagarlas? De las cotizaciones de los trabajadores. Por tanto, nuestro sistema de pensiones es de reparto y se basa en la solidaridad intergeneracional. Los que ahora están en activo financian a los que se jubilan. Y aquí es donde las cuentas no cuadran por lo siguiente:

La demografía

Afortunadamente cada vez vivimos más años, lo que significa que el Estado tiene que pagar las pensiones durante más tiempo. Sin embargo, la tasa de natalidad es baja. Así que, si hay menos personas trabajando y jubilados más longevos, la cuenta es deficitaria. Según la OCDE, en 2050 España será uno de los países con mayor envejecimiento de la población: habrá 76 jubilados por cada 100 habitantes en edad de trabajar. Además, se aproxima la jubilación de los baby-boomers (los nacidos entre 1960 y 1975), lo que ha disparado las alarmas.

El mercado laboral

Tras la crisis económica, vivimos con una tasa de paro elevada y con precariedad laboral, por lo que cuanto más baja sea la masa salarial, menos dinero se recaudará para financiar las pensiones.

Por lo tanto, la sostenibilidad depende de la diferencia entre el número de trabajadores y el de jubilados, además de factores económicos (paro, nivel salarial, productividad) y demográficos (natalidad, mortalidad y migración). ¿Cómo vamos a asegurar en el futuro todos esos condicionantes?

El aumento de la esperanza de vida y los modelos europeos

El agravante de la longevidad es extensivo a muchos países. Entre las distintas medidas que se están adoptando, se observa una tendencia hacia un modelo mixto, en el que se combina el reparto intergeneracional y la capitalización. Esto último son aportaciones de los trabajadores ligadas a un fondo de capital, como, por ejemplo, un plan de pensiones. Veamos algunos sistemas europeos de los que podemos aprender.

Modelo nórdico

El sistema sueco y su modelo de cuentas nocionales es uno de los que más se menciona, aunque para la mayoría de los ciudadanos pueda resultar desconocido. Se trata de una especie de hucha virtual, administrada por el Estado, donde se acumulan las aportaciones de cada trabajador a lo largo de su vida laboral, que se revalorizan en función de unos parámetros (productividad, inflación, PIB…). Cuando llegue el momento de la jubilación, esa cuantía se divide entre los años que le resten hasta la edad media de esperanza de vida. Es decir, cada trabajador acumula su propia pensión. El Estado solo paga la pensión a aquellos que no llegan a un mínimo.

Modelo alemán

El modelo alemán, por el contrario, es como el español en cuanto al reparto: los trabajadores pagan las pensiones de los jubilados. Sin embargo, se fomenta el ahorro particular destinado a la jubilación, con ventajas fiscales en la contratación de planes de pensiones privados. También hay bonificaciones para las empresas que ofrezcan a sus empleados planes de pensiones. Es decir, se promueve la capitalización voluntaria.

Modelo británico

A diferencia de Alemania, en Reino Unido hay un componente de obligatoriedad. No solo las empresas están obligadas a ofrecer planes de pensiones a sus trabajadores (están bonificados), sino que todo trabajador (a partir de los 22 años) con un sueldo superior a las 10.000 libras (que al cambio actual vendrían a ser poco más de 11.000 €) tiene por defecto parte de su salario vinculado a un plan de pensiones. Se puede rechazar, pero lo cierto es que la cultura del ahorro es alta y pocos se dan de baja.

El ahorro, tu aliado

Mientras se siguen barajando soluciones poco firmes, no queda otra que activar un plan B. ¡Toca ahorrar por nuestra cuenta de cara a la jubilación! Y cuanto antes, mejor. El ahorro es una carrera de fondo que exige constancia y periodicidad. Lo más sencillo es convertirlo en un recibo más al mes. No importa tu capacidad de ahorro, sino que la aportación sea continua. Es el momento de preguntarte: ¿qué vida quieres llevar en tu merecido retiro? ¡Ponte en marcha!

 

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