El ahorro no es exclusivo del ser humano, ni su hábitat natural son (solo) los bancos o aseguradoras. 

Al contrario, el ahorro es patrimonio de la naturaleza. Por eso el reino animal está lleno de ahorradores, porque para muchos animales ahorrar es, sencillamente, un acto reflejo. 

En definitiva, se trata de vivir mejor y estar preparados ante cualquier situación, amenaza o imprevisto. Cuando llueva mucho o cuando haya sequía , cuando escasee el alimento o cuando llegue el invierno, entre otros escenarios más o menos favorables, es recomendable tener un buen plan de ahorro, y eso es lo que debemos tomar como moraleja.

“Los animales no solo se anticipan al futuro, sino que lo hacen bajo una determinada planificación”

 Las diferentes formas de ahorro de los animales

En su caso, obviamente, no hablamos de consejos para ahorrar dinero, pero sí de agua, energía, alimentos, residuos que se reciclan… Recursos, en cualquier caso, imprescindibles para su supervivencia y su tranquilidad. De hecho, en la naturaleza también hay derroche o despilfarro, pero la evolución de las especies parece estar de parte de los más previsores y no solo de los que mejor se adaptan a su entorno, como sostiene la teoría de Darwin.

Lo dice un estudio realizado por un investigador de la Universidad de Kansas que ha abordado la supervivencia animal a partir de su consumo energético. Es decir, según su capacidad de ahorro de energía. 

La conclusión: los especímenes que usan gran cantidad de energía de manera diaria durante sus vidas se extinguen más rápido que aquellos animales que consumen menos. Es decir, los que la ahorran. 

El perezoso

El caso del perezoso es paradigmático. Este animal caracterizado por sus calmados movimientos lo tiene todo estudiado. Puede que sea el último en llegar a los sitios, pero su lentitud garantiza su supervivencia. No es que vaya despacio, es que está ahorrando energía. Sus depredadores, además, lo tienen crudo, pues su actitud pausada lo ha convertido en el rey del camuflaje. 

 La hormiga

Si hay un animal que se ha convertido en emblema del ahorro es la hormiga. Es la protagonista de la fábula más popular sobre la necesidad de tener un plan de previsión. 

La hormiga es uno de los animales que mayor tiempo invierte en la búsqueda y recolección de alimento. Pero no para consumir, sino para guardar. Si tenemos en cuenta la cantidad de individuos que viven en un hormiguero (hasta medio millón), entenderemos que alimentarlos requiere de grandes cantidades de comida con las que abastecerse cuando llegue el invierno y el sustento escasee. 

Distribuidos en galerías, estos animales incluso designan un determinado número de hormigas especializadas para encargarse de cuidar estos alimentos y que así no se estropeen.

La rana, pero australiana

Otra especie animal que se caracteriza por ser una ahorradora nata es la rana australiana. 

Conocedora de las dilatadas épocas de sequía de su lugar de origen, es capaz de duplicar su peso con solo almacenar agua en sus branquias, tejidos y vejiga. De esta manera, puede despreocuparse… ¡y pasar hasta cinco años sin beber agua!

 El oso

Pero el rey de los animales previsores es el oso. Como él, muchos son los animales que se preparan para el futuro, aunque, en su caso, en forma de hibernación. 

El invierno no es favorable para la caza y pesca, la búsqueda o recolecta de recursos, por eso es necesario acumular energía extra en forma de grasa corporal, que se irá consumiendo durante el periodo de hibernación, como una especie de plan de jubilación “anual”. 

 Las abejas

Los animales no solo se anticipan al futuro, sino que lo hacen bajo una determinada planificación. Saber qué hacer en cualquier momento y con un fin concreto es algo que dominan con maestría las reinas de la organización: las abejas. Todas actúan y ejercen su función para el bien común. Limpiadoras, nodrizas, cereras, guardianas, pecoreadoras, ventiladoras… En su sociedad, la colmena mejor preparada no deja nada al azar. Todas sus integrantes saben lo que deben hacer, cuándo y cómo, para que todo funcione.

Oso, rana, abeja o perezoso. La previsión surge en el reino animal como un instinto, de forma innata. Lo hace de muchas maneras, pero independientemente de las condiciones del hábitat prevalece una necesidad: estar preparados para el futuro.

“El oso, la rana, la abeja o el perezoso. La previsión surge en el reino animal como un instinto, de forma innata”

Preparados para asegurar el mañana individual y colectivo. Un instinto que también es innato en el ser humano. No se trata solo de renunciar o sacrificar un posible gasto o consumo a corto plazo, sino de actuar pensando en un futuro sereno, libre de preocupaciones. 

La tranquilidad se alza como un escenario cotizado que, no en vano, debe trabajarse desde el presente con la toma de decisiones que la garanticen. Para ello es necesario dejar de lado la improvisación, la intuición y la imitación, y basar la gestión financiera en el conocimiento y la experiencia, de manera similar a cómo puede trabajar un profesional de las finanzas, como los Family Bankers de Banco Mediolanum, cuya misión es proporcionar las herramientas necesarias para acompañarnos con el objetivo de planificar y alcanzar nuestras metas. 

El ahorro se impone, en definitiva, como un instinto instalado en la muy sabia naturaleza (y, por extensión, en nosotros mismos), pensando en un futuro que no se puede predecir pero que se puede preparar de alguna manera, por lo que pueda pasar. Cuestión de supervivencia. 

 

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