de empleado a emprendedor

¿Alguna vez has pensado en hacerte emprendedor pero el vértigo ha hecho que no llegues a dar el paso? Hoy conocerás la experiencia personal de Elena Hita, una profesional de la comunicación que se lanzó a la aventura de emprender. ¿Quieres saber los verdaderos pros y los contras de ser tu propio jefe? ¡Sigue leyendo!

¿Cuáles son las ventajas de ser emprendedor?

Si un año después de tomar la decisión de ser emprendedora, tras dos décadas trabajando por cuenta ajena, me preguntaran: ¿Volverías a trabajar en una empresa? Hoy por hoy, la respuesta tajante sería no.

Si bien es cierto que no se puede decir jamás “de esta agua no beberé”, porque la vida da muchas vueltas y nunca se sabe, desde luego no cambiaría la experiencia profesional y personal que estoy viviendo y disfrutando.

Trabajar por cuenta propia me ha hecho entender que, a pesar de los miedos iniciales que se suelen tener, en realidad hay muchos puntos a favor:

Flexibilidad horaria: siendo tu propio jefe puedes organizar tu día a día libremente.

Libertad de elección: puedes escoger con quién trabajas o en qué proyecto quieres participar.

Libertad de lugar de trabajo: en la mayoría de trabajos independientes, tú decides dónde y cómo quieres trabajar.

Total autonomía de decisiones: eres tu propio jefe, tú asumes tus aciertos y gestionas tus errores.

Redescubrimiento personal: trabajando por tu cuenta llegas a descubrir qué habilidades tenías sin explotar.

– Crecimiento personal y profesional: el networking te hace conocer nueva gente y aprender de ella.

– Mejora económica: al gestionar tú la demanda de trabajo, tienes mayores posibilidades de ganar más dinero.

Y todo ello me da otros tres argumentos: volver a sentir pasión por el trabajo, creer en mí misma y obtener satisfacción al comprobar que los demás confían en mí. ¡Y eso es algo que nunca pensé que ganaría al lanzarme a la piscina del mundo emprendedor!

Los contras de ser emprendedor

Lo admito: no todo son bondades. Esto es duro, porque el riesgo que se asume es alto. Nada te quita la permanente sensación de vértigo que da la renuncia a un sueldo fijo al mes. Hay que acostumbrarse a meses buenos y malos; a meses donde no hay extras y te tienes que apretar el cinturón; a posibles impagos de terceros… Pero, poco a poco, cuando la actividad va cogiendo fuerza, esa incertidumbre va desapareciendo.

Ahora bien, antes de lanzarse a la aventura de ser emprendedor hay que sopesar dos aspectos: el emocional y el económico. Hago un paréntesis. No entro a recomendar la elaboración de un plan de negocios para analizar la viabilidad del proyecto, porque doy por sentado que ese ejercicio ya se ha hecho. Dicho esto, retomando la idea anterior, será difícil alcanzar la meta, con decisión y convencimiento, sin apoyo moral y sin la tranquilidad que da un colchón económico que cubra el bolsillo durante esos meses sin ingresos en los que igualmente se tienen que afrontar los gastos de la vivienda, la educación de los hijos…

Aptitudes que se desarrollan siendo emprendedor

Una vez que se empieza esta nueva etapa profesional, uno puede descubrir que tiene habilidades ocultas (y si no las tiene, hay que adquirirlas). Por ejemplo, la aptitud social del networking. Porque ser emprendedor implica ser un gran relaciones públicas. Allá por donde se vaya, uno tiene que saber ofrecerse a los demás como un gran profesional. ¡Nada de timideces! Tus futuros clientes deben entender por qué eres el mejor en tu campo, por lo que debes demostrar por qué muchos clientes ya confían en ti y en tus servicios. ¡Ojo! Los clientes no van a llamarte porque sí, hay que salir a buscarlos. Hasta que no tengas una cartera sólida… ¡sé paciente!

La disciplina es otro punto que no todo el mundo tiene, pero que se aprende. Sobre todo si se trabaja desde casa o se alquila una oficina. No sólo para crear una rutina laboral, sino también para que el trabajo no le absorba a uno. Conciliar el tiempo que se dedica a cada cosa es algo muy importante a nivel familiar, social e individual. Es decir, hay que dejarse tiempo para uno mismo. Y no es fácil, porque… ¿cómo se va a decir que no a un posible cliente? ¡Mejor con organización que a costa de las horas de sueño! Como reza el dicho: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Hay que saber gestionar el trabajo que uno va consiguiendo antes de continuar buscando más clientes. Además, hay que cuidar y mimar a los que ya se tiene. Y si se cometen errores, se deben asumir y resolver rápidamente. Ten flexibilidad absoluta y adáptate rápido a los cambios. Ahí están las claves de la supervivencia.

Seguramente, haya momentos en los que trabajes mucho más, pero… si te apasiona lo que haces, “sarna con gusto, no pica”. Llegará un día en el que, al echar la vista atrás, te des cuenta de que el esfuerzo te compensa con creces. Y de que no hay nada tan satisfactorio como ser el dueño de tu propio tiempo.

Elena Hita

Periodista y productora de contenidos multimedia

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