Pequeña guía para comprender las burbujas bursátiles

En los últimos tiempos, la mayoría de los ciudadanos en España se ha habituado a escuchar multitud de términos y conceptos de carácter económico, directamente relacionados con el contexto actual. Uno de los más recurrentes es el de burbuja: el estallido de la llamada “burbuja inmobiliaria” es una de las causas clave para entender el devenir de la economía en España durante los últimos años. La caída en picado de los precios de pisos y casas arrastró al resto de los sectores económicos y fue uno de los principales factores que ayudan a explicar cinco años de caídas y estancamiento en el Producto Interior Bruto español. Pero ¿qué son las burbujas?; ¿cómo se producen?; ¿de qué manera estallan?; ¿cuáles son sus consecuencias? Y, desde el punto de vista del ahorrador, ¿hay alguna estrategia para blindarse ante la próxima burbuja?

“La historia pone de manifiesto que todas las burbujas terminan estallando”

Una burbuja bursátil se produce cuando un determinado producto, servicio o sector genera grandes expectativas de ganancias a corto y medio plazo. Se produce un crecimiento de las cotizaciones que no tiene relación con la dinámica productiva de las empresas cotizadas; esto es, la confianza y las proyecciones en el logro de beneficios son mayores que lo que, realmente, valen los bienes o servicios producidos. Pongamos un ejemplo. En un post anterior hablábamos de la famosa crisis de los tulipanes en Holanda allá por el siglo xvii. Los precios de los bulbos de esta flor ornamental crecían día a día y las expectaciones de ganancias eran enormes. Cuando la burbuja estalló tuvo lugar una gran crisis financiera. El comportamiento de los inversores sigue líneas prácticamente iguales en otros episodios a lo largo del tiempo. Los inversores compran de manera desmedida acciones y valores relacionados con ese producto o sector, lo que provoca un alza artificial de los precios. Así, una burbuja bursátil es un incremento desproporcionado en los precios generado por intereses de carácter especulativo.

Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia. Ya hablamos de la burbuja de los tulipanes. Mucho más cercana en el tiempo es la “burbuja de las empresas puntocom”, que se produjo entre 1997 y 2001. En aquel período, las empresas vinculadas con internet provocaron una de las olas especulativas más sonadas del siglo xx. El índice de Wall Street Nasdaq, vinculado a la tecnología, pasó de los 1.300 puntos de 1996 a los 5.000 puntos en las vísperas del estallido; dos años después había vuelto a los 1.300 y las pérdidas se acercaron al 40%. Más cercana geográficamente y en el tiempo es la burbuja inmobiliaria española, que se desató entre los años 2001 y 2008. El precio medio del metro cuadrado (para las viviendas libres) al inicio de la burbuja, según datos del Ministerio de Fomento, era de 992,7 euros. En su punto culminante, en el año 2007, el precio se había disparado a 2.085 euros, esto es un 203% más. A finales de 2014, el precio del metro cuadrado se situaba en los 1.455 euros.

“Una buena política de diversificación permite minimizar el impacto de posibles burbujas”

La historia pone de manifiesto que todas las burbujas terminan estallando. Llega un momento en el que el precio deja de crecer e inicia el descenso. Y se forma el lío. Ante los primeros síntomas de bajada de precio, esa confianza que mantenía el precio por encima del valor real de las acciones se convierte en desconfianza. Ya nadie quiere comprar nuevas acciones, sino desprenderse de ellas ante la perspectiva de nuevas caídas. Y los precios, ante la sobreoferta de títulos, bajan en picado. En casos extremos, como sucedió con la crisis hipotecaria de 2007-2008 en Estados Unidos o España, las consecuencias afectan al conjunto de la economía y generan largos periodos de crisis económicas.

Y llegados a este punto: ¿de qué manera nos podemos blindar ante este tipo de burbujas? En otros post, hemos dicho que el secreto para minimizar al máximo los riesgos que supone el mercado de valores es la diversificación. Una buena política de diversificación permite minimizar el impacto de posibles burbujas y aprovechar las dinámicas positivas de cualquier país del mundo.

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